Jorge Santos

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Defensor de derechos humanos, amante de la vida, las esperanzas y las utopías, lo cual me ha llevado a trabajar por otra Guatemala, en organizaciones estudiantiles, campesinas, de víctimas del Conflicto Armado Interno y de protección a defensoras y defensores de derechos humanos. Creo fielmente, al igual que Otto René Castillo, en que hermosa encuentra la vida, quien la construye hermosa.

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Por Jorge Santos

La semana pasada abordé, la alienación que el Gobierno intentara entrometer en la sociedad guatemalteca, a partir de la pandemia del coronavirus, con el único fin de pasar todas aquellas leyes, designaciones y políticas que permitan pagar los favores que durante más de 20 años le han hecho al hoy señor presidente.

El jueves pasado no se había anunciado ningún caso de infección con COVID-19 y no fue sino hasta el viernes, que el presidente anunciaba el primer caso diagnosticado. Ese día Giammattei juraba que no había ningún problema y que fuéramos a la playa, que asistieran al cine y que fueran a centros comerciales. Nuevamente, al igual que con el documental que demuestra a niños guatemaltecos trabajando en el corte de café, el presidente vuelve hacer gala de su ignorancia, su irrespeto a la constatación de hechos y por supuesto una arrogancia impresionante frente al Pueblo que juro defender.

No había transcurrido ni dos días y en cadena nacional, un disminuido presidente anunciaba la primera muerte producto de la pandemia. Al día siguiente se arranca la semana con las “Disposiciones presidenciales en caso de calamidad pública y órdenes para el estricto cumplimiento” en las cuales, prácticamente ordena un paro total de actividades y cierre del país para contener la propagación de la enfermedad, pero no había pasado ni 24 horas cuando en una conferencia de prensa, da marcha atrás de sus “propias” medidas en una clara muestra de debilidad frente a quienes le ha financiado y a quienes les tiene profundo miedo. Ha de haber sido un simple somatón de manos sobre la mesa, para quien pretende dar un aire de valiente, se convierta en un pelele más de la historia del poder económico en Guatemala.

Hoy a una semana desde el aparecimiento del primer caso y de la urgente necesidad de tomar decisiones para la contención del coronavirus, seguimos tan displicentes con algo en extremo grave y todo para que los financistas del hoy presidente, sigan gozando de los privilegios y no cesen su voraz ansia de poder y dinero. Maquilas, call centers, restaurantes de comida rápida y otras actividades económicas se colocan al orden de la salud, integridad y vida de las y los guatemaltecos. Pero por si fuera poco, la evidente mano de la oligarquía en el manejo del actual gobierno, se da autorizaciones de mantenimiento de actividades productivas, no por la autoridad rectora en salud, sino por el Ministerio de Economía, algo así más o menos como poner a un empresario a realizar permisos a empresarios, bajo ningún resguardo, ni restricción.

De un comediante en la presidencia, pasamos a un médico que dejo de serlo hace muchos años y hoy se dedica a la demagogia y al populismo; cobarde en sus decisiones y dependiente del poder económico, que escondiéndose vilmente tras la lucha de doña Chonita, otorga todo el poder a los voraces y rapaces oligarcas de esta patria. Poco importa la salud y la vida en su arrogante impunidad.

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