Mientras la población está sufriendo las consecuencias de la pandemia del coronavirus, el Covid-19, no tardan en sacar las uñas los que hacen realidad el dicho de que unos en la pena y otros en la pepena. Ayer, en condiciones de premeditación, alevosía y ventaja los diputados se pusieron de acuerdo para votar por los aspirantes a magistrados del Tribunal Supremo Electoral que se habían comprometido a no cancelar partidos shucos ni a sancionar acciones ilegales cometidas por las organizaciones políticas. Aspirantes que habían pasado por el filtro de Gustavo Alejos para allanar su camino al ya desprestigiado TSE, y que contaron con la “mágica” alianza de representantes de todas las fuerzas políticas, esas que se dicen de todo unos a otros, pero que cuando les interesa y conviene deponen sus rencillas para votar disciplinadamente.
Mientras algunos empleadores y trabajadores se esfuerzan por cumplir deberes, y hacen sacrificios para cumplir sus obligaciones de todo tipo, hay otros sectores que andan viendo cómo sacan raja de la situación, tratando de aprovecharse de la “fuerza mayor y el caso fortuito” para incumplir sus obligaciones fiscales, además de las patronales y civiles, en una situación que pinta de cuerpo entero a buena parte de nuestra sociedad, a la que le cuesta actuar solidariamente y de repartir tanto ganancias como pérdidas. Porque en momentos de bonanza, todo es para el individuo y en momentos de dificultad todo se quiere trasladar a la comunidad y especialmente a los más pobres.
Las medidas de “contención” del gobierno han llegado hasta donde dejan los eternos poderes de este país. La medida de suspender el transporte público es correcta porque en el mismo viajan apiñadas miles de personas diariamente, pero no deja de ser una realidad en la que, para variar, el pobre es el que paga los elotes que nos comemos todos. El que tiene moto o carro puede seguir su vida normal, mientras que el que depende de los buses se tiene que encerrar a “echarle una manita de gato a su casa” con mucha incertidumbre. El coronavirus no hace distingo entre unos y otros aunque, por supuesto, florece en las condiciones de poca higiene que impone un país donde hasta el acceso al agua no es para todos.
Lo que están haciendo los aprovechados es grave pecado social y tarde o temprano habrán de pagarlo. A los nuevos magistrados del TSE les llegará su hora porque siempre habrá recuerdo de cómo llegaron a sus puestos y en qué condiciones. Cuando empiecen a pagar las facturas de su elección, el pueblo se los reclamará.
Señores, es momento de SOLIDARIDAD y no de andar pepenando.