Raul Molina Mejía

rmolina20@hotmail.com

Nació el 20/02/43. Decano de Ingeniería y Rector en funciones de USAC. Cofundador de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG) en 1982. Candidato a alcalde de la capital en 1999. Profesor universitario en Nueva York y la Universidad Alberto Hurtado (Chile). Directivo de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG).

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Raúl Molina

Haya sido o no una amenaza inflada por intereses políticos mezquinos -los gobiernos autoritarios han intensificado sus medidas restrictivas y represivas- reconozco que el brote del COVID-19 -casual o intencionado- ha afectado profundamente a Estados, sociedades y la economía mundial y de los países. Ya ha puesto en jaque a países con sistemas de salud desarrollados, por lo que podemos imaginar el impacto que tendrá en los que tienen sistemas de salud raquíticos y desfinanciados, en donde los gobiernos no se preocupan de los sectores pobres y marginados. Ni siquiera sabemos si el virus ha entrado al país, porque los métodos para detectarlo no funcionan; dependemos, enteramente, de que, por milagro, personas contagiadas no hayan cruzado nuestras fronteras. Ante esta grave situación, no podemos depender del Estado, que está fallido en cuanto a dar atención a las necesidades fundamentales de la población, ni mucho menos del gobierno, que responde solamente a los mandatos del CACIF y Washington. “Solamente el Pueblo salva al Pueblo” tendrá que ser el estribillo para enfrentar en las próximas semanas las consecuencias del virus. Necesitaremos unidad y solidaridad.

Apreciamos en lo que vale el llamamiento a la unidad que hace el editorial de elPeriódico; pero dicha unidad no puede darse en torno a un presidente que se le cuestiona su legitimidad y que le sale el autoritarismo por los poros. La conducción de este necesario esfuerzo unitario debe provenir de figuras con autoridad moral y representantes de la sociedad civil. El propio editorial nos dice: “…los gobernantes, desde la vigencia de la actual Constitución, jamás se han sentido el presidente de todos los guatemaltecos ni han representado la unidad nacional. Siempre fueron partidistas o sectarios consumados, así como nunca dejaron de privilegiar sus ambiciones e intereses y, por ende, sus regímenes siempre fueron altaneros, egoístas y farsantes… Jamás aceptaron que los adversarios, opositores y disidentes no son enemigos a los que hay que destruir, callar o aniquilar, sino personas que pueden enriquecer y fortalecer la institucionalidad democrática a través del diálogo, la negociación y el consenso… Urge un líder nacional que nos motive, inspire, oriente y aliente hacia grandes realizaciones y proyectos”. No pienso que necesitemos “líder o lideresa” ni mucho menos que el gobernante actual pueda serlo. Necesitamos un grupo de representantes de la sociedad que tomen la conducción del país, ya que los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial no merecen la confianza de la población. En el pasado, cuatro entidades se reunieron para orientar a la ciudadanía -la Iglesia Católica, la Iglesia Evangélica, la PDH y la Usac- las cuales, con representantes apropiados al momento presente, pueden volver a jugar ese papel. Son necesarios, igualmente, representantes de los diversos sectores de la sociedad civil. El Estado de Calamidad Pública no sirve para enfrentar una situación que requerirá de cooperación y sacrificio. La solidaridad no se puede imponer; surge de una conducción democrática y plenamente respetuosa de los derechos humanos y la institucionalidad.

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