Gustavo Marroquín Pivaral

Licenciado en Relaciones Internacionales. Apasionado por la historia, el conocimiento, la educación y los libros. Profesor con experiencia escolar y universitaria interesado en formar mejores personas que luchen por un mundo más inclusivo y que defiendan la felicidad como un principio.

post author

Gustavo Marroquín Pivaral

Con el actual pánico de la enfermedad infecciosa del COVID-19 (coronavirus), el mundo ha entrado en una psicosis contagiosa. Es ante este tipo de eventos que olvidamos el verdadero peligro latente que afronta la humanidad: el Cambio Climático. Nuestra especie, Homo Sapiens, “Hombre Sabio”, hizo su aparición en el planeta hace 300 mil años. Para nuestras mentes, esa cantidad de años (tres mil siglos) es una cantidad exorbitante y colosal. Pero, ¿Qué son 300 mil con los 4.2 billones de años que se calcula que lleva de existir nuestro planeta?

Brillantes autores como Yuval Noah Harari, Jared Diamond y Richard Dawkins han abierto mi mente de un puñetazo a esta realidad: si bien actualmente somos los amos del planeta, solo lo hemos sido por un breve periodo de tiempo… y ya estamos en serios aprietos por la degradación ambiental. El cambio climático es, en mi opinión, la verdadera amenaza que puede poner en jaque a la humanidad. Y lo que es más curioso, esa degradación ambiental va inexorablemente ligada a nuestra especie desde que emigramos de África Oriental.

Para poner otro punto de referencia, otra especie humana que existió, el Homo Erectus, vivió en este planeta más de dos millones de años. Nuestra especie lleva 300 mil años de edad, de los cuales solo llevamos 12 mil años de vivir en asentamientos o ciudades y la Revolución Industrial ocurrió hace poco más de 200 años. ¿A qué voy con esto? En tiempo récord, el Hombre Pesante ha causado severos estragos en la ecología y clima del planeta.

La evidencia muestra que desde que salimos de África Oriental, el Homo Sapiens (a donde ha llegado) ha producido ecocidios. Según datos del historiador Noah Harari, hace aproximadamente 45 mil años nuestra especie llegó a Australia. Pocos años después, más del 90% de la megafauna se había extinto, y lo mismo pasó en América cuando nuestra especie llegó hace 14 mil años. Aquí, 34 de 47 especies de mamíferos se extinguieron en Norteamérica y en Sudamérica ocurrió lo mismo con 50 de 60 especies. El ser humano, nos dice Harari, “Llevó a la extinción a cerca de la mitad de las grandes bestias del planeta mucho antes que los humanos inventaran la escritura…”

En relación con el clima, el planeta siempre ha experimentado ciclos de calentamiento y enfriamiento. Cada ciclo de altas y bajas temperaturas puede durar entre varios miles o cientos de miles de años. Pero desde la Revolución Industrial en el siglo XVIII hasta nuestros días, la evidencia de estudios científicos independientes muestra que las siempre crecientes industrias del mundo con sus altas emisiones de gases de efecto invernadero han acelerado esos ciclos de forma crítica. El planeta ya da señas del peligroso ascenso de las temperaturas: huracanes cada vez más devastadores, sequías más prolongadas, fusión de los casquetes polares, agotamiento del recurso vital (agua), etc. Las catástrofes del cambio climático ya las sentimos, solo que no solemos asociarlo a este fenómeno.

Cierro con esta dura reflexión. Los polinesios colonizaron la Isla de Pascua hace más de mil años, una isla diminuta en medio del colosal Océano Pacífico. Talaron todos los árboles para poder transportar sus titánicas estatuas de piedra, degradaron tanto el ambiente que empezaron a padecer hambre y sed. La isla era tan remota en medio de la vastedad del océano que nadie fue en su ayuda. Empezaron a morir luchando por los cada vez más escasos recursos hasta que no quedó nadie. La metáfora es clara, ¿no se encuentra nuestro planeta, tan remoto en la inmensidad del espacio, en precaria situación como la Isla de Pascua? Nadie vendrá en nuestra ayuda.

Artículo anteriorSimplemente no estamos listos
Artículo siguienteUnidad sí; pero no en torno al actual mandatario