Dra. Ana Cristina Morales Modenesi
Todos alguna vez en la vida hemos pensado en rendirnos ante diferentes circunstancias que nos ha tocado vivir. Creo que lo hacemos por cansancio, por no ser valientes, por no considerar justo el seguir batallando. Por considerar que no hay mucho que hacer y sentir impotencia, eso entre otras cosas.
Siempre hay personas que buscan alentar a quienes sienten decaer y no tener fuerzas para continuar batallando en el camino que les ha tocado vivir. También hay poetas que creyeron conveniente escribir para ayudar en contra del desánimo.
Kipling nos dice en su poema que nunca se habrá de desistir, si acaso se deberá descansar. Por ejemplo, cuando las cosas vayan mal, como suelen a veces ir, cuando el camino ofrezca sólo cuestas que subir, cuando se tenga poco haber, pero mucho por pagar, cuando se tiene que sonreír y lo que se desea es llorar, cuando el dolor agobia y ya no se puede sufrir más. Que existen ocasiones, que suponemos como sombrías, en las cuales puede surgir el triunfo y no el fracaso temido. Y que en momentos lo anhelado es visto tan lejano y lo cierto es que puede estar más cercano de lo que se le puede concebir. Que cuando todo va de lo peor es cuando hay que luchar más. Porque en esta vida nada es definitivo, que hay que tomar en cuenta que todo pasa, todo llega y todo vuelve.
Benedetti en su poema, No te rindas, señala que aún se está a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo, enterrando miedos y retomando el vuelo. Persiguiendo sueños, destrabado el tiempo. Que, aunque el frío queme, el miedo muerda, el sol se esconda y el viento calle, no hay que rendirse. Porque queda fuego en el alma y vida en los sueños. Además, porque no hay heridas que no cure el tiempo, que vivir la vida es aceptar el reto, recuperar la risa, ensayar el canto, bajar la guardia y extender las manos, desplegar las alas e intentar de nuevo, celebrar la vida y retomar los cielos.
Entonces, la reflexión consiste en si la pregunta de ¿rendirse o no rendirse? Ha de ser cambiada por ¿vivir o no vivir? Ya que no rendirse es aceptar la vida y los retos que ella ofrece. Quien no se rinde vive, y de manera contraria, quien se rinde muere.
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