Raul Molina Mejía

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Nació el 20/02/43. Decano de Ingeniería y Rector en funciones de USAC. Cofundador de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG) en 1982. Candidato a alcalde de la capital en 1999. Profesor universitario en Nueva York y la Universidad Alberto Hurtado (Chile). Directivo de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG).

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Raúl Molina

Con un presidente represivo, desquiciado con estados de prevención y ahora de calamidad pública por el coronavirus, se distingue el carácter autoritario de este régimen. Hago un nuevo llamado a oponernos a la militarización constante del país, por considerarla un error histórico y traición a la paz. Traslado las respuestas que di sobre los peligros de esta tendencia. Recomiendo leer además “Masacre de Dos Erres: así fue la mayor matanza de la guerra civil en Guatemala por la que EE. UU. deportó a un exmilitar después de 20 años” (BBC), que muestra lo que ocurre en un país militarizado. No es “un exceso” de algún jefe o soldado; han sido prácticas impulsadas desde los más altos niveles y con la complicidad de Washington y CACIF, porque creen en la “destrucción del enemigo interno”.

¿Cómo afectará la militarización a la memoria y el inconsciente colectivo de la sociedad de posguerra? La sociedad guatemalteca debiese estar en la fase de posguerra; pero las fuerzas armadas, al no haberse transformado, continúan en guerra con sectores de la sociedad guatemalteca que demandan derechos humanos, verdad, memoria histórica y justicia, a los cuales tildan de comunistas o izquierdistas. La represión ha dejado de ser masiva; pero actos de violencia se mantienen, particularmente en las zonas rurales. Es evidente que se pretende dominar la vida social y política mediante el miedo. Los abusos de autoridad y actos de violencia, como los cometidos en los estados de sitio declarados por Jimmy Morales y los espectáculos militares al declararse los estados de prevención por Giammattei -y ahora estado de calamidad pública- tratan de avivar el miedo en la población campesina y trabajadora, al recordar lo que fue la política de genocidio y tierra arrasada que las fuerzas armadas implementaron durante el conflicto armado interno. Si bien la intencionalidad de los poderosos -Washington, CACIF, fuerzas armadas, sistema político corrupto, crimen organizado- es paralizar a la población mediante el terror, el resultado ha sido mixto. En la memoria colectiva existe el temor, sin duda; pero también existe la determinación por lograr un futuro distinto, que solamente se obtiene mediante la lucha.

¿Qué se puede hacer para seguir resistiendo los crecientes ataques a los derechos y a la institucionalidad democrática del país? La resistencia debe pasar por diversas etapas y se comportará, sin duda, como una montaña rusa, a veces al alza y otras a la baja. La defensa de los derechos y de la institucionalidad democrática ha convocado constantemente a la ciudadanía a organizarse y actuar. Los sectores en resistencia buscaremos utilizar al máximo lo poco que queda, por ejemplo, el FECI en el MP, la Procuraduría de Derechos Humanos y, casi siempre, la Corte de Constitucionalidad. El resto del Estado está en las manos del Pacto de Corrupción. Desde el exterior podemos y debemos hacer mucho. En términos de solidaridad, debemos organizar grupos que puedan dar eco político y mediático a las denuncias desde Guatemala y que puedan recaudar fondos para emergencias y para el constante trabajo unitario por el cambio.

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