Dedicado a mis lectores
Por: Rolando Alfaro A.
Desde los inicios de la carrera profesional, nos dimos cuenta del enorme atraso en el que se encuentra nuestra querida patria Guatemala.
Luego de especializarnos en Derecho Ambiental y de inaugurar por primera vez la especialidad objeto del titular de este artículo, nos encontramos con tremendas ignorancias, tan fatales que gobiernos van y gobiernos vienen, sin cumplir lo que la gran asistencia de la delegación guatemalteca en Estocolmo, Suecia, prometiera a regular las diversas normas para detener la contaminación ambiental.
Al final de las quinientas, se logró emitir una ley ambiental, año 86, pero sin los suficientes reglamentos para hacerla respetar. Los resultados están a la vista.
Si bien es cierto se han logrado compromisos parciales a nivel internacional, persiste la necedad de continuar con una legislación específica que, en verdad da pena, habiéndose quedado a la saga del resto de los países centroamericanos.
Los profesionales que seguimos la especialidad hemos continuado tanto en la cátedra como en las investigaciones pertinentes, pero sin esperar que ese egoísmo e ignorancia, pueda algún día comprender el daño moral y material que se continúa contemplando en la otrora Tacita de Plata.
En consecuencia, sigue su marcha toda clase de contaminación, sea ruidos, depredaciones de selvas y bosques, basura tanto en residencias de primera clase como de las más pobres.
La poca ilustración de algunos profesionales les hace pensar que, teniendo buenos empleos, es suficiente para, algún día, salir corriendo con sus familiares a otras partes del globo.
Mis estimados lectores podrán imaginarse que no contamos con reglamento del agua, contaminación de toda especie, desechos sólidos, desaparición de selvas, destrucción de bosques, ruidos estruendosos de motos, vehículos de toda clase y camionetas contaminadores del aire. Como pensarán mis lectores que están en su salud. El tiempo lo dirá.
Es de sentirse abrumados del ruido, gases, lagos en vías de extinción, ejemplo: Atitlán y Amatitlán.
Por otra parte, algunas personas quizás por ignorancia pensarán que lo anterior es de paso, pero sería bueno que consultaran las revistas internacionales, a efecto de poder observar que a los polos si les afecta, etc.
Las nuevas autoridades, que observamos desean mejorar las cosas, les conviene revisar bien sus agendas, pues no es sólo lo que dicen que están por combatir, también es de emergencia nacional el entorno humano y así, en verdad reconocer que salvarán a nuestro país, pero por favor revisen bien el estado del Ministerio del Ambiente y la legislación nacional ambiental, antes que sea demasiado tarde.