Arlena Cifuentes
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Es tan nefasta la realidad que enfrentamos los guatemaltecos en la actualidad y tan numerosos los problemas que requieren ser abordados de manera urgente que nuestra atención se dispersa y vamos de algo muy importante a asuntos muchas veces de menor relevancia, lo cual sólo favorece en gran manera a los responsables que a través de sus prácticas ilícitas han contribuido a agudizar las crisis o bien a generar otras. Esta diversidad de problemas nos distrae, distrae nuestra atención, evitando así ser congruentes y dejar de lado lo trascendente por la noticia del día.
Son tantos los abusos de poder cometidos flagrantemente por la clase política en detrimento del pueblo, tal el caso de los burdos negocios realizados en la compra del pan francés a través de la SAAS por 4.89 millones de quetzales por Jimmy Morales, lo cual es solo una pequeña muestra de los ilícitos cometidos durante su gobierno. Hecho indignante que al día de hoy ya quedó en el olvido. ¿Qué provocan estos hechos? Nos son indiferentes, los olvidamos, o nos indignan. Si nos producen indignación ya es esperanzador, quizá podríamos preguntarnos ¿qué podemos hacer?, ¿qué debemos hacer? Y es que esta es sólo una pequeña muestra de los excesos que en un futuro cercano puedan irse descubriendo en los distintos ministerios tal el caso del Ministerio de Salud en donde se están evidenciando algunos de los fraudulentos negocios que ahí se han realizado siempre, que los hemos olfateado, pero nos hemos hecho los babosos y que seguramente se incrementaron en el gobierno anterior como en el resto de las instituciones.
Qué pasó con la denuncia de los altos costos de los medicamentos realizada por un prestigioso médico valiente y consciente que provocó sacar a la luz los millonarios negocios de las farmacéuticas, lo que le valió una demanda. ¿Hay una seria investigación en curso? En los medios el tema ha quedado relegado. Un producto oftálmico que aquí cuesta trescientos cincuenta quetzales se obtuvo en España en tres euros, la persona cuyo poder adquisitivo es limitado como el de la inmensa mayoría de los guatemaltecos no podía comprarla.
Quienes somos conscientes de estos y otros muchos atropellos cometidos en contra de la dignidad del pueblo –una dignidad amorfa, que debería ser sustantiva– tenemos harta obligación de no quitar el dedo de la llaga y exigir las correspondientes investigaciones, no hacernos los locos y mañana abordar el tema del día: un nuevo hecho de corrupción puesto al descubierto. El amarillismo nos invade.
Si los organismos encargados de realizar las investigaciones pertinentes no les dan la prioridad debida a las investigaciones porque también son cómplices protegiendo o frenando las mismas, somos los “ciudadanos conscientes” quienes debemos mantener la atención permanente sobre todos los hechos fraudulentos puestos al descubierto.
Lamentablemente todo se aborda como una “llamarada de tusa” y los medios de comunicación; así como, los “tanques de pensamiento” y columnistas desvían rápidamente su mirada para centrarla en otro escándalo –si somos honestos ya no nos impresiona, nada nos asombra, lo cual es grave– y tal parece que se hace con una actitud de apaga fuegos que beneficia únicamente a los implicados, quienes se salen con la suya, sin que nada concluya. Porqué desviamos nuestra mirada de lo medular para centrarnos en el chisme del día.
Lo menos que podemos exigir es que todo gasto superfluo, como los lentes Carolina Herrera, el pan francés y muchos otros le sean deducidos a quien corresponde reintegrando lo que corresponde, además de todos los daños y perjuicios ocasionados al pueblo. Una vez puesto el delito en evidencia debemos proceder con la correspondiente aplicación de la justicia. Los guatemaltecos podemos cambiar el rumbo del país, si así lo decidimos. ¡Y es hoy o nunca!