Juan José Narciso Chúa
La Universidad de San Carlos de Guatemala es una de las instituciones de formación superior más antigua del continente americano. Su prestigio deviene de muchos años, así como de la generación de una sólida formación a nivel superior, vinculada a la realidad nacional y su problemática, lo cual le otorga una condición distinta con respecto de otros centros de estudio.
La Universidad de San Carlos de Guatemala, de la cual soy un orgulloso graduado, pasó por distintas etapas en los últimos 40 años que seguramente afectaron su situación, principalmente en las postrimerías de la década de los setenta, así como la década de los ochenta, cuando en el contexto del Conflicto Armado Interno se asesinó a docentes, personal administrativo y estudiantes de esta casa de estudios, lo cual provocó vacíos de valiosos profesores que murieron o tuvieron que salir al exilio, así como alejó a muchos estudiantes por el peligro que significaba estudiar en aquellos años en la Usac.
Las autoridades universitarias en la Usac alcanzan los puestos a través de procesos de elección en donde se busca la participación tanto de docentes, graduados y estudiantes, lo cual se reconoce la importancia de cada uno de ellos en cada elección. Los rectores magníficos de la Usac, por lo tanto, eran el resultado de elecciones complejas, que demandaban participación de los colegios profesionales, los docentes titulares y las organizaciones estudiantiles que constituyen los cuerpos electorales respectivos.
Los rectores generalmente tenían un perfil de personas de mucho prestigio profesional y académico, eran reconocidos por sus logros en el campo profesional que ejercían fuera de la Universidad e igualmente desarrollaban trabajo de docentes o de investigadores en sus respectivas facultades.
En la Usac hubo rectores de mucho prestigio que dejaron un legado importante para la academia, pero la violencia mencionada así como el vacío que se produjo, sumado a la existencia de auténticas élites o roscas adentro de la Usac fueron tomando poco a poco el control de la Usac y sus facultades, con lo cual el perfil de los rectores cambió drásticamente hasta llegar a la actualidad.
Los casos de los doctores Alfonso Fuentes Soria (Odontólogo) y Jafeth Cabrera (Médico y Cirujano) son una muestra patética de personajes que se mueven entre el oportunismo y su inexorable ocaso. Fuentes Soria fue vicepresidente designado sin que su paso por el Gobierno dejara una muestra mínima de logros, aunque fueran pocos por el poco tiempo que fungió, pero ya jubilado de la San Carlos, pasó inmediatamente al Parlacen para jugar uno de sus peores y deleznable papel, para darle posesión al perverso e inútil de Jimmy Morales, en tiempo récord e igualmente en un espacio distinto al Parlacen, a cambio de otra jugada oportunista para llegar a la Copredeh.
Mientras tanto Jafeth Cabrera, toda la población sabe cuál fue el resultado de su paso por la Vicepresidencia en donde no existió y únicamente sirvió de comparsa con su desprestigiado presidente (con minúsculas, por supuesto). Eso sí, hizo de su oportunismo una constante, mientras se regodeaba de las mieles del poder que obtuvo por pura carambola.
Estos exrectores no son más que la vergüenza de una universidad que hoy se encuentra cooptada por otro montón de impresentables y que han hecho del oportunismo chancero su vida profesional. La paradoja de todo esto es que buscando el oportunismo solo encontraron el ocaso, su condición de indignos para siempre. La Usac merece mejores hijos, no estos sinvergüenzas.
Los que jugamos y amamos el basquetbol, sabemos quién era Kobe Briant, un admirable jugador, con un espíritu de lucha inclaudicable. Él es parte de esa galería de genios como Kareem Abdul Yabar, Magic Johnson, Larry Bird y Michael Jordan. Uno de los grandes de la NBA se ha marchado. Descanse en paz Kobe, hasta siembre Black Mamba.