Jorge Morales Toj

Maya K’iche’, Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Abogado y Notario, con estudios de Maestría y Doctorado en Derecho Constitucional. Pacifista y Defensor de los Derechos Humanos.

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Jorge Morales Toj
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Revisando algunos documentos, me encontré con un ensayo del distinguido colega Mario Castro Can, transcribo literalmente una parte, porque nos ilustra la visión racista de algunos constituyentes que intervinieron en la formulación de la Constitución de 1945. El racismo y la discriminación estaban y siguen estando a flor de piel.

La “cuestión” indígena: La realidad sobre que Guatemala es un país en el que conviven cerca de veintidós grupos étnicos plenamente caracterizados ha sido una situación enfocada o evadida según la conveniencia, interés o compromiso, de quien pretenda hacer referencia a tal asunto. De ahí que “cuestión indígena”, “problema indígena”, “asunto indígena”, son términos utilizados impropiamente para hacer referencia a la complejidad que implica esta convivencia multiétnica.

Demás está reiterar que, desde la conquista, pasando por La Colonia y hasta antes del movimiento revolucionario del 44, los pueblos indígenas estuvieron, de hecho y legalmente, al servicio y explotación de la oligarquía, de los terratenientes y de la nueva burguesía. Tras ese breve respiro emancipador que le dio la era democrática, con el advenimiento de la contrarrevolución volvió a su misma condición, aunque bajo el disfraz libertario.

Pero no deben llamar a engaño los avances sociales generados a partir de los gobiernos revolucionarios porque en el sentimiento de los políticos de turno siempre estaba presente la exclusión, la discriminación y la negación del ser indígena.

Bastan, para ejemplo, las siguientes expresiones recogidas de las discusiones parlamentarias durante la elaboración de la Constitución de 1945:
“No es conveniente darle reconocimiento constitucional a otro idioma diferente del oficial… En Guatemala debe emprenderse una cruzada para que todos los guatemaltecos, inclusive los indígenas hablen un solo idioma: el español”.

“Si en mis manos estuviera yo destruiría toda tendencia indígena para evitar que en nuestro país existan las dos culturas en plena lucha… es sumamente peligroso para nosotros un reconocimiento de esta naturaleza.”

“Yo he hablado del grave problema que tenemos aquí con el asunto indígena… se puede solucionar en dos formas: 1º. Siguiendo el plan que siguieron los Estados Unidos, es decir, relegando al indio a un territorio determinado y tratando de exterminarlo en el transcurso de algún tiempo… o como ha hecho la República Argentina, fomentando la inmigración para mezclar nuestra raza”.

“Yo no concibo… que hay que mantener la cultura o culturas indígenas, porque no sirven absolutamente de nada; al contrario, son un lastre para la nación, un lastre que nos mantendrá siempre en un estado primitivo, semisalvaje… no hay más que, o los ladinos nos orientalizamos aceptando la cultura indígena de los quichés, de los mayas, etcétera, o ellos se occidentalizan aceptando la cultura occidental; porque mantener dentro de un país tan insignificante como es Guatemala, dos esferas, es mantenernos casi por la vida entre en una situación casi de barbarie”.

“¿Por qué vamos a empeñarnos en mantener ese estado trágico del indio? ¿Para qué se mantenga siempre en su posición oriental? Hay que occidentalizarlo; traer razas nuevas para que se crucen con ésta”.

Sin duda alguna, después de más 75 años, ese racismo institucional en el Organismo Legislativo se mantiene.

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