Juan Antonio Mazariegos

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Abogado y Notario por la Universidad Rafael Landívar, posee una Maestría en Administración de Empresas (MBA) por la Pontificia Universidad Católica de Chile y un Postgrado en Derecho Penal por la Universidad del Istmo. Ha sido profesor universitario de la Facultad de Derecho de la Universidad Rafael Landívar en donde ha impartido los cursos de Derecho Procesal Civil y Laboratorio de Derecho Procesal Civil. Ha sido y es fundador, accionista, directo y/o representante de diversas empresas mercantiles, así como Mandatario de diversas compañías nacionales y extranjeras. Es Fundador de la firma de Abogados Alegalis, con oficinas en Guatemala y Hong Kong, columnista del Diario La Hora y Maratonista.

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Juan Antonio Mazariegos G.

Las imágenes de una nueva caravana de migrantes centroamericanos que fue contenida por la Guardia Nacional Mexicana en las cercanías de Ciudad Hidalgo, en el estado fronterizo de Chiapas, ya recorren los noticieros del mundo. Los migrantes, la mayoría de ellos hondureños, fueron repelidos por el cuerpo de seguridad mexicano, luego de que habían logrado burlar la seguridad de la frontera entre Guatemala y México, atravesando el río Suchiate y se dirigían hacia los Estados Unidos o hasta donde les permitieran llegar.

Se han analizado mucho las causas de la migración y la forma integral en que deben plantearse soluciones, para evitar que siga ocurriendo y que nuestra gente tenga oportunidades aquí en sus países, sin duda, seguiremos esperando a que esas soluciones y análisis aterricen de alguna manera para beneficio de nuestra población, sin embargo, una serie de eventos, como la política de no pasarán que ha asumido México, el incremento de las medidas antimigración ilegal en EE. UU., el libre tránsito de personas entre los países centroamericanos y el desconocido acuerdo migratorio que firmó el gobierno anterior con Estados Unidos, están convirtiendo a Guatemala en la última frontera hacia el norte, situación que anteriormente no se daba en ningún país, pues todos éramos testigos del mismo drama, pero sin que nadie interviniera en el flujo de migrantes.

Todos estamos claros de que Guatemala no es un país preparado ni para atender a su propia población y necesidades. Los déficits de alimentación, vivienda, seguridad, salud y otros indicadores de desarrollo son iguales o peores a los de los vecinos cuyos habitantes alimentan las caravanas y el transformarnos en el dique migratorio no traerá más que mayores carencias al país. Se habló mucho y claro sobre nuestra incapacidad para ser considerados un Tercer País Seguro, no es cuestión de no querer, es cuestión de no poder, pero los compromisos o las colas para machucarles de los exfuncionarios del anterior gobierno eran demasiados como para que todavía tuvieran que pensar en Guatemala.

Hoy el margen para planes se ha reducido, los problemas están ya sobre nosotros y los migrantes en camino o aquellos que sean deportados empezarán a deambular por Guatemala. Una de las principales causas de migración es la inseguridad y si huyen por temor de las maras y pandillas de sus países, trae más cuenta pasar hambre aquí que hambre y miedo en el lugar de donde partieron.

Entiendo que el drama humano que viven nuestros migrantes es un problema de todos, entiendo que el nuevo gobierno apenas está tomando posesión y tratando de corregir el desgobierno que le fue heredado, aun así, debemos considerar medidas urgentes que incluyan logística de atención humanitaria, solicitud de ayuda internacional, mecanismos de repatriación para quienes deseen regresar a sus países voluntariamente, cooperación con México para que los trámites de asilo hacia ese país sean expeditos, negociar con Estados Unidos la implementación de las tan anunciadas visas de trabajo temporal, son muchos frentes, pero la alternativa es que nos convirtamos en la última frontera al norte, en un camino que ya no existe.

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