Cartas del Lector

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Yo soy un caminante lento
pero nunca camino para atrás.
(Abraham Lincoln)

Por: Msc Rolando Alfaro Arellano

En el transcurso del tiempo histórico, se nos ha enseñado la importancia que existe al leer la organización de los pueblos, especialmente Grecia y Roma, que muy bien puede compararse con nuestro tiempo. Pero, que en alguna de las etapas de la vida muchísimas personas ignoran, no estudian ni leen la experiencia que los antiguos nos han legado.

En consecuencia, resulta de sumo interés el recordar lo que muchas personas han olvidado o ignoran, pues puede ser de suma utilidad para las nuevas generaciones de guatemaltecos, políticos, estudiantes, profesionales, legisladores, escritores, especialmente.

En consecuencia, la Historia nos enseña muchísimas experiencias que a pesar de las décadas aún pueden servirnos y, además, nos enseñará mucho de lo que en este nuevo siglo tenemos obligación de conocer. Es más, se debe ya en estos tiempos planificar bien las iniciativas de ley que se encuentran encajonadas y en un letargo innecesario y, a la fecha, no es apropiado este y mantiene a muchos sectores de la población en ascuas.
Y, precisamente el conocimiento de las diversas experiencias vividas en el pasado, pueda preparar a los legisladores en una forma más razonable y comprensible.

Por lo tanto, servirá bastante recordar a Demóstenes, Sócrates, Platón, y trabajos que tanto los profesionales del Derecho no debemos olvidar. Esto sin tener que apoyarse en hechos violentos o ilógicos, pues lo que el país necesita es progresar y no seguir en el atraso en que se mantiene a los connacionales.
Si nos preocupamos de lo anteriormente escrito, no cabe ninguna duda, que los guatemaltecos comprendan la necesidad de modernizar a nuestro país.
Por otra parte, esa rebeldía y desconocimiento de los avances legislativos resulta ser parte de la problemática de muchos gobiernos que nos han gobernado después de los golpes de Estado, y para ello se pueden citar errores garrafales como lo sucedido con la formación de asesores parlamentarios, especialmente porque con todo lo señalado se perdió una oportunidad que hubiera dado mayor formalidad al Organismo Legislativo, en tal proyecto tuvimos ocasión de colaborar por dos años y, sin embargo, cuando cambiaron las curules, sin ninguna razón lógica, se cortó tal programa y, que muy bien pudimos formar varios asesores que sería importante se averiguaran con los que aún cooperan con los legisladores que se tenían preparados a los orientadores parlamentarios.

Finalmente, conviene hacer un inventario con las nuevas autoridades legislativas, a efecto de corroborar lo anteriormente escrito, pues de no hacerlo se volverá a caer en el error de acudir a iniciativas sin un verdadero asidero que permita a la nueva legislativa a desarrollar un mejor trabajo que las anteriores administraciones.

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