Jorge Santos

jsantos@udefegua.org

Defensor de derechos humanos, amante de la vida, las esperanzas y las utopías, lo cual me ha llevado a trabajar por otra Guatemala, en organizaciones estudiantiles, campesinas, de víctimas del Conflicto Armado Interno y de protección a defensoras y defensores de derechos humanos. Creo fielmente, al igual que Otto René Castillo, en que hermosa encuentra la vida, quien la construye hermosa.

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Por Jorge Santos

El próximo lunes y martes se conmemora un año más de la Declaración sobre el derecho y el deber de los individuos, los grupos y las instituciones de promover y proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales universalmente reconocidas, popularmente conocida como la Declaración de Defensoras y Defensores de Derechos Humanos; así como también conmemoraremos un año más de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Cada uno de estos importantes instrumentos en materia de protección y garantía de derechos humanos revisten una importancia significativa para la humanidad, pero lo son aún más para aquellas sociedades que como la nuestra, tienen enormes e históricas deudas con sus pueblos en materia del goce y disfrute de vida digna, desarrollo y justicia.

El Estado guatemalteco a lo largo de su vida republicana, se ha ido formando y organizando para garantizar los privilegios de una ínfima fracción de su población, lo cual solo es posible expoliando y arrebatando con violencia los derechos humanos de una enorme cantidad de población. Un simple repaso por varios indicadores socioeconómicos, en materia de justicia y otros son suficientes para identificar esta realidad. Más de la mitad de la población en situación de pobreza, desnutrición crónica y en aumento la cantidad de niñez que muere por este flagelo. Somos el segundo país del continente con mayor desigualdad de la distribución de la tierra y el más desigual en cuanto a ingresos se refiere. Altas tasas de impunidad y violencia de todo tipo afectan a la población en todas sus dimensiones. La salida que el Estado pretende imponer es un modelo de desarrollo saqueador de los recursos naturales y explotador de la fuerza de trabajo.

Es en este marco que a lo largo y ancho de todo el país se extiende una potente exigencia y defensa de los derechos humanos, desde los comités que se organizan para acceder a tierra, al agua potable o a la mejora de condiciones de vida de barrios, comunidades, aldeas, hasta los grandes movimientos sociales y populares que defienden una amplia gama de derechos de la población. Prácticamente en todos los municipios de los 22 departamentos que componen la República de Guatemala existen personas, organizaciones y comunidades que defienden y promueven derechos humanos.

Lamentablemente este importante trabajo de promoción y defensa de derechos humanos se hace en un marco de indefensión y represión generalizada por parte del Estado. Solo en el presente año, la Unidad de Protección a Defensoras y Defensores de Derechos Humanos en Guatemala (Udefegua) ha registrado de enero a noviembre 446 agresiones, de las cuales 15 han sido asesinatos, 299 actos de criminalización, 7 allanamientos ilegales a organizaciones y oficinas. Es por ello, que resulta vital no sólo conmemorar estos días, sino comprometernos a luchar por una sociedad y un Estado capaz de respetar y dar cumplimiento fiel a los derechos humanos de la población, particularmente de aquella que hoy sufre las condiciones más indignas y paupérrimas condiciones de vida.

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