Félix Loarca Guzmán

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Félix Loarca Guzmán

El laureado escritor peruano Mario Vargas Llosa, es un enamorado de la democracia capitalista. Esta semana vino a Guatemala para presentar oficialmente su libro Tiempos Recios, el cual con la característica de novela histórica, se refiere al derrocamiento en 1954 del gobierno progresista del presidente Jacobo Árbenz Guzmán en Guatemala, que auspició Estados Unidos a través de la CIA.

El autor dice que detrás de este acto violento figuró una mentira que pasó por verdad y que cambió el devenir de Guatemala y América Latina: La acusación por parte del gobierno del general Eisenhower de que Árbenz era comunista y que alentaba la entrada del comunismo soviético en el continente.

Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura, deja claro en su libro que Árbenz no era comunista, que su Reforma Agraria tampoco lo era y que lo que pretendía era que la compañía bananera estadounidense United Fruit Company, conocida como la UFCO, pagara impuestos como todas las demás empresas que operaban en el país.

El escritor puntualiza que Árbenz veía con simpatía el sistema de democracia capitalista independiente que existía en Estados Unidos. Por eso, buscaba impulsar en Guatemala un modelo de capitalismo independiente.

En declaraciones que ofreció el lunes a Guatevisión, habló en términos generales de las actuales revueltas populares en varios países de la región, expresando su convencimiento sobre que solo la democracia capitalista es la solución a las aspiraciones de un futuro mejor de los diferentes pueblos.

Personalmente, considero que Vargas Llosa está equivocado, pues el sistema capitalista es la fuente de la pobreza, del hambre y la miseria, que es contra lo que los pueblos están protestando.

La democracia de la que muchos hablan, pero pocos entienden, es una palabra formada por dos vocablos griegos: Demos: pueblo y Kratos poder.

Teóricamente, la democracia no es otra cosa que el gobierno del pueblo. Esto significa que las decisiones que nos afecten a todos, deberían ser tomadas por todos, pero la realidad es muy diferente.

Nos han introducido la idea que en el sistema capitalista, con el voto en las urnas, los ciudadanos podemos aprobar las decisiones. En la realidad, las decisiones son tomadas a nuestras espaldas por unas pocas personas que detentan el poder. Hace algunos años, la ONU publicó un estudio sobre la Democracia en América Latina. A pesar del paso del tiempo, los hallazgos de ese trabajo siguen vigentes.

El estudio hace referencia a una extraordinaria paradoja. Por un lado, la región muestra con gran orgullo varias décadas de gobiernos democráticos, pero al mismo tiempo, enfrenta una aguda crisis social. Se mantienen profundas desigualdades, hay alarmantes niveles de pobreza, el crecimiento económico ha sido insuficiente y ha aumentado la desilusión.

El descontento popular que en las últimas semanas ha sacudido varios países de la región es una expresión de rechazo al modelo neoliberal, o etapa salvaje del capitalismo, que ha hecho más ricos a los ricos y más pobres a los pobres.

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