Alfonso Mata

Es una verdadera desgracia -lo demuestran los hechosinternet y las redes sociales aún no son adecuados para consolidar la democracia y favorecer un mejor actuar político. Los escándalos constantes de su uso indebido y mentiroso en todo el mundo, nos señala que no funcionan para ello. Importa saber por qué.

Lo primero que salta a la vista es que la información en las redes sociales, es y se presenta fragmentada. En buena parte eso obedece a que los motivos e incentivos del proveedor de la misma, persigue más bien un fin emotivo y pasional que racional, educativo o reflexivo, bastión para la democracia, pues solo a través de la razón, educación y reflexión, se puede buscar la verdad y la explicación veraz. Lo que hasta la fecha han logrado las redes sociales, es más bien polarizar y hacer más radical la posición ideológica de las personas en el campo social, económico o político e incluso religioso y con pocas excepciones, el diálogo como motivo. Lo que han favorecido las redes, es una cultura menos capaz de deliberar sobre los asuntos humanos importantes y su tratamiento; y entonces, esa herramienta informática, nos vuelve más seres emotivos que deliberativos e impide superar los difíciles problemas que tenemos de democracia.

Creo que el actual comportamiento de las redes sociales, aprisiona nuestro cerebro racional; perdemos capacidad de deliberar y razonar adecuadamente, pues al ser invadidos y controlados cada vez más, por ese ritmo audio-visual de publicidad carente de argumento y veracidad alguna, lo que empieza como diversión, termina convirtiéndose en una forma de funcionar cerebral… casi irracional o automática: ver pasar… solo para enterarme. Ese entorno gris en que nos sumergimos, aleja a las personas de luchar con y por los problemas de índole pública. El cerebro se vuelve solo un consumidor voraz de noticias, que busca voltear de página y no vivencias y sus soluciones. Se vuelve un consumista de acontecimientos “solo por saber” y excreta a diario las de ayer, generando en la persona una forma fragmentaria de ver el mundo y su contorno social próximo y distante y cerrando espacios para deliberar y reflexionar sobre preguntas del vivir, ensimismados solo por absorber “presentes”. Las noticias solo excitan nuestra afectividad y no nos demandan de reflexiones y respuestas que exige el acontecer del mundo propio y el que nos rodea. Nos volvemos más instintivos (resolver la ansiedad de un hoy) y menos racionales.

Pero quizá lo más deprimente para nuestra maquinaria racional, es esa excitación y ansiedad que descubre y nos configura una mente obsesionada por cambiar y pasar de un estado a otro, de una noticia a otra. Avidez de acumular, no de desarrollar, interpretar procesar y actuar; solo de ver y oír, no de configurar planos de actuación; y entonces estamos transformando una cultura de toma de decisiones, en una de enterarnos, de poseer el conocimiento por poseerlo, olvidándonos que existen deberes sobre las emociones, sobre el emocionarse, que es razonar para solucionar.

Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

post author
Artículo anteriorLibros para el debate académico en Guatemala
Artículo siguienteCorazón del Mundo Maya