Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
En el 2015 fue Jimmy Morales quien recibió un claro mandato en las urnas, pero nunca tuvo el entendimiento, la capacidad, ni los elementos necesarios para llevar a cabo lo que le fue encomendado porque desde la campaña había empeñado su alma con las mismas formas de siempre.
En el 2019, tras una serie de carambolas, fue Alejandro Giammattei el gran beneficiario del voto de castigo y de 617 mil votos pasó a recibir 1 millón 907 mil 801 votos. Más allá de quien era el o la candidata, el rechazo respondió a que no fueran los mismos de siempre, con las mismas formas y maneras de operar, quienes continuaran el secuestro del Estado.
Cuando se le preguntó al próximo mandatario por el futuro de la lucha contra la corrupción y la impunidad, éste dijo que de nada le servía estar persiguiendo a los corruptos si las bases del sistema seguían intactas, los que hizo pensar que Giammattei tenía un claro entendimiento de vicios del sistema, al menos lo suficientemente claro para ponerlo en palabras.
Cuando se gana una elección se tiene un capital político necesario para salir a decirle al electorado que no se negociará con los diputados porque la transa, los negocios y las prebendas de todo tipo son las condiciones de la mayoría de estos y eso no lo entendió ni el de FCN como tampoco el de VAMOS, quienes terminaron sucumbiendo antes las mafias legislativas.
Aunque ahora digan que el audio fue manipulado, es cierto que Giammattei estuvo sentado con diputados a los que dijo que no dejará huérfanos y que los detalles se debían platicar con Raúl Romero, lo que llama la atención porque el saliente diputado es el próximo Ministro de la cartera de Desarrollo Social, fuente de muchos negocios que han servido en el pasado para el pago de favores políticos.
Giammattei, como Morales, ha relegado buena parte de sus políticas de Gobierno en exmilitares y por eso no dejó de llamar la atención la forma en la que se anunció su Gabinete de Seguridad. Tres personas en Washington me comentaron que, el futuro presidente, expresó su deseo que le hicieran comentarios de sus candidatos a dirigir la cartera de Gobernación. Consultados luego de las designaciones, solo se limitaron a decir que nunca les enviaron ningún nombre.
Giammattei dice que es un hombre de palabra y él ha explicado que muchas de las personas que ocuparán puestos clave en su Gobierno son aquellos que confiaron en él desde un inicio (cuando no tenía chance alguno de ganar la primera magistratura) y si a los diputados les cumplirá como a quienes lo apoyaron de inicio, su compromiso de no dejarles huérfanos causa más preocupación.
Si a eso le sumamos lo que algunos, sin mucho recato, expresan de cómo se están repartiendo el pastel en el Micivi, el MIDES e incluso el MEM o de cómo desean encarrilar las “mega obras” o “mega decisiones”, creo que es natural la pregunta de si a Giammattei el sistema lo está empezado a convertir en su enésima víctima.
Ahora quizá se entiende más su postura en torno a la elección de magistrados y por qué solo ha criticado a la Corte de Constitucionalidad (CC) y no ha dicho nada de los vicios de elección y es que a esos diputados de los que se preocupa, les interesa tanto que se instalen magistrados para garantizar impunidad.
Entonces, más que instruir a su Secretario de Comunicación Social para que diga que el audio fue manipulado, Giammattei debería poner sus barbas en remojo porque nunca es tarde para romper con los captores y las mafias que tienen secuestrado el sistema. No solo no es tarde, sino que, si lo hace, habrá un electorado dispuesto a acompañarle porque, aunque a la gente le cueste expresarlo, hay un hartazgo preocupante.