En las negociaciones con Estados Unidos sobre el acuerdo que empezó a funcionar para colocar a Guatemala como un Tercer País Seguro, Jimmy Morales, Sandra Jovel y Enrique Degenhart están actuando como si Guatemala fuera su finca y ellos pueden hacer lo que les viene en gana sin necesidad de controles o rendición de cuentas. El Presidente tiene la capacidad constitucional de dirigir la política exterior pero no al ritmo de caprichos ni de componendas como la derivada del cargo de conciencia de la gallina en crema con loroco y un compromiso como el adquirido en el tema de los solicitantes de asilo tiene que ser ratificado por el Congreso de la República.

Ayer llegó a Guatemala, como plan piloto, el primer hondureño deportado de Estados Unidos para tramitar aquí su solicitud de asilo y el hecho se produce en medio de ese abuso de poder que llega al extremo de que ni siquiera se sabe si están ya aprobados o no los anexos del acuerdo firmado en la Casa Blanca bajo la feroz vigilancia de Donald Trump, quien veía sobre los hombros de los firmantes para asegurarse que quedará refrendado el mamotreto que sirve únicamente a sus intereses de reelección. Por ello, por los mismos intereses que retuvo la ayuda a Ucrania, retuvo la ayuda a los países centroamericanos para forzarlos a firmar un acuerdo que sirve única y exclusivamente a sus fines políticos.

Imaginemos cómo será el acuerdo que ni siquiera al Congreso plagado al Pacto de los Corruptos que buscan impunidad se le quiere compartir, colocando a la Corte de Constitucionalidad en un serio aprieto porque ahora le corresponde exigir la debida ejecución de sus resoluciones y en consecuencia se debe ordenar que sea el Congreso el que dé su visto bueno final al acuerdo que nos coloca en posición de Tercer País Seguro, aunque con la característica tan especial de que fue escogido porque su misma inseguridad hará que los solicitantes de asilo prefieran regresar al peligro de sus propios países en vez de quedarse a sufrir iguales o peores riesgos aquí.

Es inaudita la forma en que se ha pisoteado el interés nacional y se ha jugado con los solicitantes de asilo que huyen de realidades dramáticas que se viven en estos países, precisamente como efectos de la corrupción e impunidad que han dado lugar a la proliferación de distintas formas de crimen y violencia. Pero empezamos a ver la nueva caravana, la de los deportados, y para variar la opinión pública lo ve como ver llover.

Redacción La Hora

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