Marco Tulio Trejo

mttrejopaiz@gmail.com

Soy periodista, comunicador social y un soñador creador de opinión pública, para hacer conciencia que permita mejorar los problemas sociales, económicos y políticos que nos aquejan y nos mantienen inmersos en una sociedad con pocas oportunidades de vida para las nuevas generaciones. Estoy convencido de la importancia que tiene la prensa, en el fortalecimiento de la democracia, para coadyuvar a la consolidación de un Estado de Derecho con una certeza jurídica y el lema de mi señor padre siempre fue: “la pluma no se vende, ni se alquila”.

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Marco Trejo

Se habla mucho sobre la portación de armas y la relación con los índices de violencia en una sociedad. La persona que tiene una licencia no va usar su arma sin justificación alguna, no va matar a diestra y siniestra porque tiene registrado su nombre y sus datos en la Dirección General de Control de Armas y Municiones (Digecam).

Entonces no es cierto eso de que entre más armas estén registradas más muertes se van a reportar, por ataques con armas de fuego. Si bien es cierto que hay más de 450 mil armas registradas, muchas de estas aún están en manos de los que las venden, no todas están en manos de alguna persona individual, pero lo que si nos afecta es el arma que ingresa ilegalmente y no se tiene control de la misma.

La Policía Nacional Civil (PNC), reporta diariamente un promedio, entre ocho y 12 armas incautadas, las cuales, en su mayoría, carecen de licencia o bien han sido fabricadas por las personas que las portan. Estos datos nos dan que cada mes son sacadas de las calles alrededor de 360 dispositivos con problemas.

Ahora bien, el problema real es que muchas armas están en manos de los denominados sicarios, personas que, por una u otra razón, se han dedicado a vender sus servicios para ajustes de cuentas o bien están al servicio del crimen organizado. Estas personas no tienen valor a la vida y matan por matar, este proceder se ha convertido en su modo de sobrevivencia.

Pero cómo controlar este flagelo, las fuerzas de seguridad no tienen la solución en su trabajo diario, no tienen una bola de cristal para saber qué piensa y cómo va actuar cada uno de los casi 14 millones de guatemaltecos. La gran mayoría le echa la culpa, hasta el Presidente de la República de turno, pero eso es totalmente erróneo y falto de conocimiento del por qué suceden las cosas en este país.

Lo que realmente sucede y nos afecta es que las familias se han desquebrajado con la migración y con la ausencia de autoridad en el hogar. Hemos perdido los valores morales y los principios humanos, muchos no tienen respeto por los demás y lo peor del caso es que la vida ha perdido su valor entre los guatemaltecos.

En Guatemala hemos visto casos que se mata por robar un celular o bien por un problema de tránsito en las calles y avenidas de las ciudades. Los malos guatemaltecos le disparan a cualquiera sin que ni para qué, cuando antes las diferencias personales se dilucidaban de otra manera.

Entonces cómo puede saber un policía cuando alguien va sacar un arma y va empezar a disparar, es imposible y todos le echamos la culpa a la autoridad, cuando el mal viene de la casa, donde no se enseña a respetar la vida de un semejante. Incluso se ha perdido el respeto de la autoridad, muchas veces por el mal actuar de los integrantes de las fuerzas de seguridad y otras porque no respetamos nada en este país, donde todos queremos hacer lo que nos viene en gana.

Por eso es necesario que el próximo gobierno dé el ejemplo de honestidad, de tener los valores morales que los políticos han perdido y de trabajar en pro de mejorar un país que, en este momento, cuenta con muchos problemas sociales y económicos, pero que el principal de ellos es que nadie tiene temor a nada, cualquiera roba, asalta, mata y comete cualquier delito porque se vive en una anarquía que si no se le pone un alto tendrá consecuencias nunca vistas por los guatemaltecos.

Lástima que el presidente de la República, Jimmy Morales se dedicó a cumplir su agenda personal, poner como prioridad sus rencores y sus malas crianzas, en vez de velar por construir un mejor país, ese país que muchos anhelamos y deseamos dejarles a las próximas generaciones.

Es muy triste comentar esto, pero es la realidad, el mandatario solamente desperdició tres años de su mandato en mantener una pugna entre instituciones del Estado, que en velar por una agenda que permitiera ser reconocido como uno de los mejores presidentes de la historia democrática, pero lamentablemente perdió esa oportunidad que le regalaron dos millones que votaron por él en las urnas.

Por eso es muy importante que el recién electo presidente, Alejandro Giammattei llegue a dar el ejemplo, desde el primer día de trabajo, como él lo ha dicho y reiterado en varias ocasiones, porque si él se comporta como buen funcionario todos los demás deberán seguir su ejemplo, pero si no marca diferencias, será el mismo guion del gobierno que está por dejar el poder.

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