El guatemalteco ha demostrado una enorme paciencia que se expresa cada día con la interminable sucesión de atascos que se producen en diversas vías por el constante aumento de la cantidad de automóviles que es consecuencia directa de la falta de sistemas eficiente de transporte colectivo y de una red vial generada con sentido, lo que hace que cada persona tenga necesidad de desplazarse por sus propios medios. Fuera del Transmetro que atiende ciertas rutas, reduciendo además el espacio para el tránsito de otro tipo de vehículos, no existe verdadera alternativa para quienes viven en la congestionada área metropolitana que se extiende a los municipios vecinos.

Cada día los automovilistas tienen que pasar prolongados períodos literalmente estancados en un tráfico que no tiene vías de escape. Si se contabilizara la cantidad de horas hombre que se pierden cotidianamente entenderíamos el derroche y despilfarro que provoca desde el punto de vista económico esa anomalía tan grave en la administración urbana que, evidentemente, ha carecido de planificación en el mejor sentido del término.

Los carriles reversibles y la decisión de otorgar paso por cierta cantidad de tiempo a los que se dirigen en cada uno de los sentidos de las vías no puede ser una respuesta al congestionamiento, pero es la única opción que ha quedado luego del descuido enorme de la red vial para crear proyectos que tiendan a destrabar los principales nudos del tráfico urbano. Porque hasta los pasos a desnivel terminan siendo un absurdo derroche de dinero toda vez que no responden a la planificación sino a otros factores que tienen que ver con el relumbrón o la conveniencia para uno que otro desarrollo comercial que los financia.

Creemos que el relevo generacional que se produce en la Municipalidad de Guatemala tiene que traducirse en un relevo mental en el concepto de administración y planificación del desarrollo urbano. No podemos seguir con los mismos atavismos que condenaron a esta urbe desde hace más de tres décadas. Hace falta una visión renovada y fresca, alejada del autoritarismo de quien se siente poseedor de la verdad, rechazando el criterio de los técnicos, para encarar los desafíos que diariamente tiene que soportar la población por esos interminables e insoportables embotellamientos que literalmente paralizan durante prolongados períodos el desplazamiento de todos los vehículos en las diferentes arterias.

La ciudad tiene muchos problemas y carencias que no se pueden resolver de la noche a la mañana porque en urbanismo el tiempo perdido no se recupera. Pero es la hora de plantear una visión distinta que permita soluciones técnicas.

Redacción La Hora

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