Víctor Ferrigno F.

Jurista, analista político y periodista de opinión desde 1978, en Guatemala, El Salvador y México. Experiencia académica en las universidades Rafael Landívar y San Carlos de Guatemala; Universidad de El Salvador; Universidad Nacional Autónoma de México; Pontificia Universidad Católica del Perú; y Universidad de Utrecht, Países Bajos. Ensayista, traductor y editor. Especialista en Etno-desarrollo, Derecho Indígena y Litigio Estratégico. Experiencia laboral como funcionario de la ONU, consultor de organismos internacionales y nacionales, asesor de Pueblos Indígenas y organizaciones sociales, carpintero y agro-ecólogo. Apasionado por la vida, sobreviviente del conflicto armado, luchador por una Guatemala plurinacional, con justicia, democracia y equidad.

post author

Víctor Ferrigno F.

No hay peor error en política, que subestimar al adversario. Esto le ha sucedido a Donald Trump quien, a un año de las elecciones en EE. UU., se enfrenta a un desafuero político (impeachment), iniciado formalmente por la Cámara de Representantes, teniendo como telón de fondo una anunciada recesión mundial, que afectará seriamente a los electores.

Poco o nada puede hacer Trump para revertir la recesión que se avecina, la cual él ha acelerado, promoviendo una guerra comercial contra China y la Unión Europea, y generando una crisis petrolera al atacar a Venezuela e Irán, poseedores de enormes yacimientos de hidrocarburos.

Además, las principales economías del mundo han dejado de confiar en el patrón dólar para respaldar sus monedas, y están buscando apalancarse en el patrón oro o emitiendo bonos en yuanes, como Rusia, cuyas reservas en oro se han apreciado en un 40% en los últimos cinco años.

Alicia Bárcena, Directora Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina, sostiene que ya se vive una desaceleración sincrónica de las grandes economías, salvo India, que son las principales compradoras de manufacturas, servicios y materias primas.

Los directivos de las principales Agencias Calificadoras de Riesgo, como Standard & Poors, asumen que la desaceleración es un hecho, y que EE. UU. apenas crecerá 1.8% en 2020, mientras que la República Popular China celebró ayer el 70 aniversario de su fundación, con un monumental desfile militar, reportando un 6.3% de crecimiento económico para el primer semestre de este año.

Por su parte, la estadounidense Asociación Nacional de Economistas de Negocios realizó una encuesta, en la que el 74% de los economistas entrevistados coinciden en que habrá una recesión en 2021; el 38% cree que antes.

Uno de los principales efectos de la economía neoliberal, que hace aguas, es la extrema desigualdad social. Por ello, no es de extrañar que una encuesta realizada el año pasado por Gallup en EE. UU., reporte que el 51% de los estadounidenses de 18 a 29 años tienen opiniones positivas sobre el socialismo, mientras las opiniones positivas sobre el capitalismo cayeron del 68% al 45% desde 2010. Ergo, el neoliberalismo está perdiendo la batalla ideológica en su propia cancha, donde el antisocialismo constituía un paradigma.

Este dato no es poca cosa, de cara a las próximas elecciones de aquél país.

A pesar de este contexto estructural de fondo, Trump se sentía intocable después que el fiscal Mueller no pudo procesarlo por la trama rusa, tras dos años de investigaciones. “Podría matar a alguien en la Quinta Avenida de Manhattan, y no me pasaría nada”, se atrevió a tuitear. Sin embargo, su suerte ha cambiado.

Un exfuncionario de su gobierno interpuso una denuncia legal ante los órganos de inteligencia, informando que Donald Trump realizó una llamada al presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, solicitándole que reabriera una investigación por corrupción contra su adversario electoral, Joe Biden, y su hijo, por realizar negocios al amparo de su cargo en Ucrania, y retuvo US$400 millones en ayuda militar para presionarlo. Arrogante, Trump aceptó haber efectuado la llamada y autorizó su publicación. Por ello se le sindica de haber solicitado a un gobierno extranjero que interfiera en las elecciones presidenciales de EE. UU., lo cual podría tipificar delitos graves, como traición a la patria.

El juicio político será difícil y largo. Tal vez no lo destituyan, pero posiblemente le cueste la reelección a Trump, y el Pacto de Corruptos en Guatemala se quedará sin los apoyos que ha fraguado con la derecha extrema, los evangélicos fundamentalistas y el lobby sionista de EE. UU. La justicia tarda, pero llega.

Artículo anteriorInmunidad de por vida
Artículo siguienteLa venganza de los intocables: Pocos, poderosos e impunes