Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
En épocas no tan lejanas, muchos políticos y particulares de nuestro país cuidaban sus formas y palabras para que sus expresiones no pudieran tener un vínculo tan directo con lo que terminaran haciendo, pues claro está que deseaban jugar al despiste y desligarse de las acciones buenas para ellos y no tan convenientes para el país.
Pero como ahora estamos viviendo tiempos especiales, el presidente del Congreso, Álvaro Arzú Jr., se “salió del guacal” y confirmó ese deseo de muchos de tener Cortes ad hoc para poder castigar a los que ellos consideran enemigos.
Muchas personas han criticado a las víctimas del Conflicto Armado Interno en su búsqueda de justicia porque estiman que “desean lucrar”. La mayoría de los afectados han respondido diciendo que desean justicia para poder alcanzar la paz y que, sin ese proceso, cerrar las heridas es una tarea muy difícil.
Y como ahora (insisto que vivimos tiempos difíciles) los que desean vengar el haber tenido que rendir cuentas ante la justicia por sindicaciones de corrupción, buscan castigar a quienes los obligaron a estar frente a la ley, usan los argumentos de justicia para que haya perdón que tanto les criticaron a las víctimas, incluso llamándolas “vividores del conflicto”. Si para Arzú la justicia para que haya perdón es tan importante, ¿por qué empujar la ley de amnistía?
Y las declaraciones de Arzú Jr. no tendrían tanta trascendencia si no estuviéramos en un proceso de elección de Cortes para Salas de Apelaciones y Corte Suprema de Justicia y si no fuera ese Congreso, que él preside, el que elegirá a los magistrados y si no hubiera sido, en ese mismo legislativo, donde se torpedeó la reforma a la justicia que les quitaba armas tan discrecionales para operar paralelamente y asegurar el continuo secuestro del aparato judicial.
Ayer, por hablar con el hígado más que la cabeza, Arzú Jr. mostró las cartas que no debía y por eso es que ahora se entiende la necesidad de haber recurrido a los vicios dentro del proceso de elección y que han derivado en acciones legales que se tendrán que resolver pronto.
Tal y como están diseñando la elección de Cortes (a pesar de la resistencia de un pequeño grupo de abogados que se enfrenta con lo que puede a las mafias que operan ahí adentro), el resultado será nefasto para la economía del país e incluso (ahora que el Gobierno le gusta el término) la manera en que están pactando la elección afectará la seguridad nacional de los países que llaman “amigos” porque a este paso ni los acusados de narcotráfico van a ir a rendir cuentas en Estados Unidos.
Hay varios recursos presentados por anomalías en la elección de magistrados de sala que integran la postuladora para Corte Suprema de Justicia porque lo que se hizo no cumple con lo que manda la ley y hay un enorme vicio en el actuar del Consejo de la Carrera Judicial y la supervisión que debe hacer a jueces y magistrados, que impacta en ambas comisiones.
Pero lo mencionado en el párrafo anterior, no es por “error” o falta de planificación, al contrario, son hechos deliberados con los que buscan los artilugios para asegurar que las Cortes que se instalen les permitan tener justicia ad hoc. Es famosa la expresión de algunos operadores de las Comisiones Paraleles que piden, “que esta vez no se cuele uno bueno ni uno al que no tengamos algo para controlar”.
En el fondo, gracias a Dios tenemos políticos “tan talentosos” porque su hígado nos enseña el camino y nos confirma que esta no es una elección para fortalecer la justicia, sino para seguirla manoseando y ahora, estructurarla para vengar a quienes los obligaron a rendir cuentas ante la justicia.