Factor Méndez Doninelli
Celebro la designación del Monseñor Álvaro Leonel Ramazzini Imeri como Cardenal de Guatemala. Interpreto la decisión del Sumo Pontífice Francisco I, como un reconocimiento a su larga trayectoria de vida sacerdotal y su compromiso espiritual acompañando a los sectores sociales del país, que históricamente han sido marginados y desposeídos. Álvaro Cardenal Ramazzini se ha distinguido por su trabajo pastoral a favor de los pobres y los olvidados. Así lo demostró cuando se desempeñó como Obispo de San Marcos y cuyo compromiso social ratificó al frente de la Diócesis de Huehuetenango, que actualmente dirige.
Conozco su compromiso con los oprimidos y vilipendiados. Somos amigos desde que fuimos niños, vivimos en el mismo barrio citadino, el arcaico Gerona, compartimos estudios en la educación primaria y luego, las vueltas de la vida nos han hecho coincidir en los afanes y sinsabores que se entrecruzan en la lucha común por el respeto y defensa de los derechos humanos (DD. HH.). Durante el Conflicto Armado Interno (1960-1996) que asoló el país, siendo Obispo de San Marcos, Ramazzini participó en el Proyecto Interdiocesano “Guatemala nunca más», que rescata parte de la memoria histórica y revela segmentos de la despiadada y abusiva represión, cometida por las fuerzas de seguridad del Estado (Ejército y policías) contra la población civil, en particular las poblaciones indígenas del área rural.
En el 2010, el Centro de Investigación, Estudios y Promoción de los Derechos Humanos en Guatemala (Cieprodh) del que soy fundador, le otorgó la orden “AD MERITUM” en reconocimiento a sus méritos humanitarios. En aquella memorable ocasión, tuve el privilegio de dirigir el discurso de homenaje y recordé las intensas jornadas de acompañamiento y apoyo que por medio de la Comisión Multipartita las organizaciones de DD. HH., la institución del Procurador de Derechos Humanos (PDH) y los Obispos Ramazzini y Cabrera ofrecimos a las Comunidades de Población en Resistencia (CPR). En ese esfuerzo humanitario, con ambos Obispos viajamos vía aérea en reiteradas ocasiones a las selvas del Ixcán, Quiché para visitar los asentamientos de las CPR ubicados en la sierra y la selva de aquella alejada región del país. Eran los días en que las CPR fueron sometidas a intensos hostigamientos, persecución, ataques armados, cercos y bombardeos provocados por unidades militares. Años después, organizamos caminatas para llegar vía terrestre a los asentamientos de las CPR, con eso, logramos romper el cerco militar, disminuir el hostigamiento y devolver parcialmente la tranquilidad a esas comunidades.
Es un honor contar con su amistad que data de hace 60 años, satisface coincidir en las mismas aspiraciones y anhelos que nos identifican en el común empeño por lograr el pleno respeto de los DD. HH., el bien común y alcanzar el desarrollo social sin exclusión, ni discriminaciones.
ESTADO DE SITIO IMPROCEDENTE. La decisión del primer saltimbanqui de la Nación de decretar la suspensión de derechos y garantías en 22 municipios de la República, argumentando como pretexto la muerte violenta de tres soldados, ocurrida en Sampuy II, localidad de El Estor, Izabal, es improcedente, sólo sirve intereses de la alianza criminal, que aprovechará para hacer compras sin licitación, reprimir a las comunidades, perseguir y detener a dirigentes campesinos y violentar los Derechos Humanos de las poblaciones afectadas por la restricción de derechos. Debemos estar atentos, porque el Gobierno y el ejército son responsables de violar DD. HH.
¡NO A LA MILITARIZACIÓN DE LAS COMUNIDADES!
