Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es
“Donde hay poca justicia es un peligro tener razón”. Francisco de Quevedo.
Escuchando dos posiciones, de sendos panelistas en un programa de radio, observo que muchos compartimos un pensamiento lógico en relación al paso de la CICIG en el país, y este es sin ubicarnos dentro del blanco: los buenos, y el negro: los malos, ya que es totalmente inexistente catalogar a alguien como bueno, y a otra persona como mala, porque nadie es totalmente bueno, ni totalmente blanco, la vida en sí, es una degradación de grises.
Dentro del legado que nos deja la CICIG, podemos identificar una “particular” lucha contra la corrupción, porque no se atacaron los males de fondo, y se aprovechó la oportunidad para incidir en la agenda nacional, hoy los resultados no son los esperados objetivamente, porque la mayoría de los casos quedaron inconclusos, y otros con pruebas demasiado inconsistentes en un sistema como el nuestro, eminentemente garantista, pero que desde el mal recordado comisionado Castresana, tales garantías se han diluido.
Un ejemplo de lo arriba expuesto: lo identificamos en el debido proceso y la presunción de inocencia, instituciones que se han convertido en invisibles dentro del actual sistema, en el que, se dictan condenas inconmutables, como es el caso politizado de un joven abogado, por el simple hecho de haber legalizado las fotocopias de un DPI cuyo original tuvo a la vista, pero el mismo era falso, más no la fotocopia, tal motivo, no convierte la fotocopia en falsa, derivado de que él dio fe de la autenticidad de un documento original, sin embargo gracias a los buenos oficios de la CICIG, y a la entrega de algunos “jueces” fue condenado, y los verdaderos responsables de la documentación falsa, se encuentran libres y tranquilos, así es el sistema por Dios.
Como el anterior existen cantidades de casos reales, de personas que solamente se han encontrado en el momento y el lugar equivocado, pero ahí se encuentran privados de libertad o condenados en los diferentes centros penitenciarios, sin haber cometido delito con dolo alguno.
Existieron aciertos por parte de la Comisión, pero en un análisis crítico, prevalecen más sus desaciertos, que superan en un porcentaje de más del cien por ciento, a los pocos aciertos, aunque han sido aplaudidos con tal estruendo los segundos, que han nublado la objetividad de propios y extraños, la diferencia estriba en que los propios nos quedamos acá recogiendo los destrozos de nuestro ya bastante dañado sistema.
Necesitamos un equilibro no solamente en la aplicación de la Justicia como institución, precisamos se aplique la Justicia como virtud, tal como lo manifestó Aristóteles en su obra Ética a Nicómaco “La justicia es una virtud perfecta, más no en términos absolutos, sino en relación con otro. También por eso muchas veces se piensa que la justicia es la más sobresaliente de las virtudes”.
La creencia popular es que la Justicia es la aplicación de las leyes, pero no solamente es un pensamiento popular, Kelsen así lo afirmó, sin embargo es mucho más que eso, y como lo dijo Aristóteles, no es perfecta, porque es parte de los seres humanos, a quienes se aplica, pero este, es un pensamiento muy limitado, la Justicia es una virtud entendida desde el punto de vista aristotélico, quien es más actual que usted y que yo, ya que la misma no es absoluta, como todo en el mundo de los seres humanos, es relativa.
Y esa relatividad se aplica en todos los casos en los que las personas, son denunciantes o acusadores, denunciados o acusados, y, quienes aplicarán la Justicia.
El punto toral estriba en que la aplicación de las leyes no es justicia, son sencillamente criterios jurídicos, susceptibles de ser modificados, las leyes en su concepto más amplio, atienden a una necesidad social, deben ser equilibradas, mismas que, en su momento fueron tergiversadas por la CICIG, para juzgar a justos y pecadores por igual.
En mi análisis personal, la CICIG fue un ente que se tropicalizó, dejó de lado su esencia, y se convirtió en parte del sistema que aparentemente llegó a depurar.
Creo que todo tiene un momento histórico, que debemos hacernos cargo de nuestros problemas, aun siendo un país muy joven, hemos de demostrar que no necesitamos tutores, no por ser solamente capaces, se trata de ser además suficientes.