Alfonso Mata
La convivencia nacional de grupos sociales y económicos diferentes, con recursos y oportunidades también diferentes, coloca a la equidad como tarea fundamental a resolver por el gobierno. Una equidad bien establecida, permite que los individuos puedan saltar de una responsabilidad de familia, a una escolar y laboral y finalmente a la pública, dado que existe una subordinación en ese orden jerárquico y ordenación, marcado por las necesidades que un individuo tiene a esos niveles y dentro del grupo a que pertenece. Si se es pobre, difícilmente se desarrolla uno en el nivel político público y con mucha dificultad en el laboral. Si se es pudiente, difícilmente se busca en lo político y público más allá de satisfacer aún más la ambición, lo de uno: acrecentar fortunas y concentrar poder. Una sociedad en que normas y acciones no median entre esos sentidos y estilos de vida, no puede formar nación.
El otro elemento que genera división de clases es la falta de solidaridad, que en buena forma depende de la equidad y de los beneficios que tendré de ella y de la solución a las necesidades que ella me apoye. Si dentro de mi pobreza no obtengo solución a mis necesidades básicas, mi solidaridad es únicamente familiar, se dedica de entero a ella. Si mis intereses están en las ganancias, difícilmente veré en el ejercicio público, necesidad de ser solidario con él que más necesita.
Sin combinar equidad con solidaridad, lo que se genera es tensiones y lucha por la afirmación de posiciones y poder, provocando ello un estilo de vida nacional, basado en la desconfianza de relaciones entre grupos, que provoca diversas visiones y estrategias de actuación entre lo legal e ilegal a cada nivel: familiar, privado y público, sin que en nada se confluya en ir más allá de lo personal. Cómo solucionar tal negatividad de actitudes, es un reto político actual; ¿cómo encontrar y encausar una dirección política y social con equidad y solidaridad? Lograr resolver lo anterior en nuestra sociedad tan heterogénea en biografías y estilos de vida: recursos, oportunidades, visiones y necesidades, viviendo por encima o por debajo de satisfacer, demanda de un esfuerzo de todos y sin ello, es imposible que se pueda generar una conciencia de nación.
Lo primero que inequidades y falta de solidaridad exigen, es detener ese choque de grupos con derecho sobre otros de seguimiento y obediencia, fomentado tanto por una tradición histórica como religiosa, revestido de medios de coacción, ante cuya realidad chocan los paquetes de normas éticas y jurídicas, pues el poder en esas condiciones, necesita imponerse a como dé lugar y no bajo reglas necesariamente. De tal manera que el sistema social, ha llegado a tal nivel de congestión, que la lucha por llegar al nivel público y privado, descansa en satisfacer necesidades personales y en obligar al resto a la alineación, a la obediencia o al éxodo, lo que orilla a una mayoría tarde o temprano a la violencia social y luego a la confrontación y revolución. ¿Es eso lo que nos espera?