No puede haber figura más polémica en la Guatemala de hoy que la de Iván Velásquez, quien se desempeñó como el último Comisionado de la CICIG y dirigió el más frontal embate contra la impunidad en la historia patria. Sus enemigos y detractores lo pintan como un auténtico diablo que se propuso hacerle daño a Guatemala desde que puso el pie en el país, mientras la gente que admira el trabajo de la Comisión describe que fue el mejor de los comisionados y agradece a él y a su equipo el esfuerzo por limpiar esta cloaca en la que hemos convertido nuestro sistema político.

Agradecer a don Iván es agradecer a los cientos de colaboradores que le ayudaron en un esfuerzo sobrehumano. Y por supuesto que ese agradecimiento no significa que no se hayan cometido errores y que el trabajo haya sido perfecto. Nosotros señalamos algunos de los desaciertos del mismo Comisionado, pero no por ello dejamos de reconocer su extraordinario aporte, posible también gracias a la colaboración que tuvo de la fiscal general Thelma Aldana y que debe mencionarse porque, ahora, estamos viendo lo que puede hacer un Ministerio Público que no tenga el mismo nivel de compromiso en la lucha contra la impunidad.

La CICIG bajo el mando de Iván Velásquez sufrió una transformación enorme tras el período de su antecesor que fue muy parecido a lo que ahora hace el Ministerio Público. El arribo del último de los comisionados marcó la diferencia porque entendió perfectamente el cáncer que carcome a nuestra sociedad y se dispuso a combatirlo, extirpando una gran cantidad de tumores malignos cuyos efectos se sentían en la destrucción del Estado y la cooptación que permitió su captura por grupos de poder paralelo que, usando la corrupción, se consagraron como verdaderos dueños del país, amasando para sí todos los privilegios y dejando a la inmensa mayoría en abandono, sin más esperanza de futuro que la migración.

Algunos señalan entre los errores cometidos el haber atacado a tantos y tan poderosos sectores al mismo tiempo. Pero ocurre que esos muchos y poderosos sectores son los que se han encargado de sangrar a la Patria y sin una acción así, firme y decidida y sin andar preservando a los intocables, era indispensable aún a riesgo de que pasara lo que ocurrió al final, con el concurso de todos los que necesitan impunidad, aliados para expulsar a Velásquez y a todo su equipo de la CICIG. Es a ellos que hoy agradecemos su valiosa entrega a una causa de justicia que nosotros no pudimos defender, pero que ahora, más que nunca, debemos asumir.

Redacción La Hora

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