En su mensaje final como Comisionado Contra la Impunidad en Guatemala, el doctor Iván Velásquez hizo referencia a que el nuestro sigue siendo un Estado Capturado por diversos intereses que han logrado imponerse gracias a la persistente corrupción que es alentada, entre otras cosas, por la certeza de impunidad que hay en el país. Certeza que, por cierto, está por afianzarse aún más en medio del proceso de selección de los magistrados de Salas y de la Corte Suprema de Justicia que actualmente se está llevando a cabo, puesto que significaría el control absoluto de esos grupos de poder paralelo sobre la institucionalidad y la administración de la justicia, pieza clave para cualquier esfuerzo por luchar en contra de los flagelos que afectan seriamente a Guatemala.

La cooptación del Estado, que permitió su captura para asegurar el control absoluto, se produce a partir del mecanismo perverso del financiamiento electoral ilícito y oculto mediante el cual grupos de todo tipo aseguran el control sobre el Poder Ejecutivo con la elección presidencial, y del Congreso con la elección de los diputados, sin dejar a un lado el poder local que genera gran interés entre algunos de los financistas que saben lo que pueden obtener de las Corporaciones municipales.

Y quedó en evidencia con los casos que la misma CICIG fue presentando relacionados con ese financiamiento electoral ilícito que, ¡Oh sorpresa!, terminó siendo despenalizado por el Congreso de la República para permitir que pueda seguir siendo el combustible que mueve a nuestro sistema electoral. Ahora la Comisión contra la Impunidad termina su misión en el país por la decisión del presidente Jimmy Morales, beneficiario de ese financiamiento ilícito que compromete a los políticos con quienes les aportan dinero, pero la certeza de la situación queda suficientemente probada como para que entendamos que es una triste pero dura realidad de nuestro sistema que tantos cambios necesita.

La situación general del país es complicada especialmente porque esa captura del Estado violenta el Estado de Derecho y aniquila la certeza jurídica. Hoy eso lo entienden algunos como una ventaja para sus intereses del momento, pero tarde o temprano ellos también van a pagar las consecuencias porque cuando quieran reclamar un derecho legítimo, verán que sin la coima de por medio no se puede obtener resultado y siempre habrá contraparte con más recursos para violentar derechos ajenos. Hoy hasta se obtienen y crean derechos gracias a la corrupción que permite contratos, concesiones y licencias y sobre eso se pide certeza jurídica, pero las ambiciones son tan grandes que pronto caerán hasta sobre tales “derechos”.

Redacción La Hora

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