Gladys Monterroso

licgla@yahoo.es

Abogada y Notaria, Magister en Ciencias Económicas, Catedrática de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Diploma otorgado por la Corte de Constitucionalidad en 2005, como una de las Ocho Abogadas Distinguidas en Guatemala, única vez que se dio ese reconocimiento, conferencista invitada en varias universidades de Estados Unidos. Publicación de 8 ediciones del libro Fundamentos Financieros, y 7 del libro Fundamentos Tributarios. Catedrática durante tres años en la Maestría de Derecho Tributario y Asesora de Tesis en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

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Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

“Una papeleta de voto es más fuerte que una bala de fusil”. Abraham Lincoln.

El país se encuentra a un paso, de rubricar su futuro inmediato, al designar entre dos personajes a la futura Presidenta o Presidente que “gobernará” durante los próximos cuatro años, lo que implica una responsabilidad para nosotros como votantes, y para la elegida o elegido, un compromiso de mayúsculas aristas, derivado de la situación, que en este momento se encuentra el país, no es tarea fácil, por lo tanto, a lo que se tendrán que enfrentar:

El desarrollo económico, que hoy por hoy se encuentra detenido, derivado de la inestabilidad política, porque la segunda es base fundamental del primero, se hace de sumo necesario, porque los países que logran el progreso económico, del que se deriva el social, son políticamente estables, tanto los gobiernos estatales, como los locales.

Sumado a lo anterior, la falta de oportunidades laborales, que han obligado a la mayoría de los ciudadanos, a migrar interna y externamente, siendo un fenómeno que ha ido creciendo considerablemente durante los últimos veinte años, derivado de la falta de oportunidades, los jóvenes no buscan cultivar la tierra, prefieren atender una tienda de barrio, en la que prestan un servicio, pero no producen nada.

Otro de los grandes problemas, es la falta de programas de salud, que con voluntad política se puede lograr, para muestra un ejemplo: Hace doce años vino a Guatemala, un español a Poptún, e indagó y localizó a algún líder del lugar, la población le refirió a una joven señora, la localizó, y le propuso formar una Sociedad Civil sin fines de lucro, de la que serían Presidente y Vicepresidenta y ostentarían los cargos en forma indefinida, y así fue.

Este programa ha sido financiado anualmente, con los dividendos del programa Operación Triunfo, proporciona a la población en estado de pobreza y extrema pobreza, desde educación hasta salud y salubridad, han construido escuelas, contratado médicos, dentistas, y de esa forma han ayudado al crecimiento en todos los sentidos de la localidad.

Ese tipo de acciones necesita Guatemala, por medio de su gobierno central y los locales, y es la labor que deberá implementar desde su inicio el próximo gobierno, porque de las primeras acciones que realice, dependerá en buena medida la estabilidad de un país, que vive un derrumbamiento constante, el que crece diariamente sin que tengamos como población la opción para detener esta caída. Nuestro voto consciente, y su posterior fiscalización sin tregua alguna, que no se viva la famosa luna de miel ni un solo día, debemos exigir desde los primeros días acciones, porque ninguno de los dos son neófitos en la Administración Pública, saben lo que es el Estado, sus deficiencias y oportunidades, que sabiéndolos encausar mejorarían la vida de la ciudadanía.

De ahí, la necesidad del voto consciente y razonable de la población en general, aunque las teorías apuntan a que el voto es eminentemente emocional, nosotros como población no nos podemos permitir el lujo que este 11 de agosto nos dominen las emociones, nos debe dominar la razón llana y pura, para elegir no al menos peor, debemos elegir al mejor de las dos únicas opciones, que por decisión nuestra, se enfrentan para conducir de la forma adecuada los destinos de este país que cae cada día en más pedazos.

El próximo 11 entregaremos un cheque con tiempo de caducidad, y valor determinado a uno de los contendientes de las presentes elecciones, y a la vez nos convertiremos en sus más acérrimos fiscalizadores.

Quedó atrás la época de ingenuidad en la que se le concedían 100 días de luna de miel, ya no tenemos tiempo, las acciones las exigimos para el día siguiente, y aun así será tarde, derivado de la situación lamentable en la que deja el país la actual administración, que nunca debió llegar a gobernar. Estamos a tiempo de reconducir el camino.

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