Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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No hay que llamarse a engaño. Tras la firma del acuerdo con Estados Unidos, que tratan de vender como un simple convenio de cooperación y no como un acuerdo bilateral que genera obligaciones para ambas partes, se viene el momento decisivo para nuestro frágil Estado de Derecho porque con Trump como guardaespaldas, Morales va tras el descabezamiento de la Corte de Constitucionalidad para luego, tomando en cuenta ese respaldo, ofrecerse como el garante de que le podrá servir al Presidente de los Estados Unidos por lo menos hasta que llegue el momento de su reelección en noviembre del año entrante.

En Estados Unidos se preparan ya acciones legales contra lo que realmente persigue el acuerdo con Guatemala porque hay certeza de que nuestro país no puede dar refugio seguro a los miles de migrantes que de Honduras, El Salvador y de muchos otros países y regiones, pasan por aquí en su ruta hacia la frontera de Estados Unidos donde pretenden obtener refugio legal. Quienes lleguen a esa frontera para solicitar asilo sin haberlo hecho previamente en Guatemala serán devueltos aquí y nosotros, aunque no se diga en el acuerdo de manera explícita, asumimos la obligación de tramitar su solicitud y de tenerlos aquí en tanto se tramita.

Estados Unidos, con un inmenso presupuesto y miles de agentes para atender esas solicitudes, se tarda casi dos años en su trámite. Guatemala, con un corrupto sistema de migración que tiene si acaso cientos de empleados, no tendrá forma de agilizar ese procedimiento sin una asignación millonaria que debiera ser aprobada por el Congreso de la República.

El asunto es que para Trump el acuerdo es útil porque lo puede presentar como su gran logro en el debate sobre el tema migratorio, que es a donde quiere llevar la discusión política de su reelección. Y para Morales es también útil porque teniendo a Trump de su lado se la puede jugar para romper el Estado de Derecho, no sólo desobedeciendo a la Corte de Constitucionalidad, sino que hasta promoviendo la remoción de los tres magistrados que no se le han sometido ni puesto de alfombra.

Y eso es apenas el preludio porque el todo por el todo significa extender su mandato, concretando lo que ya adelantó sobre el Tribunal Supremo Electoral que también está en la balanza y desconociendo el resultado de elecciones que él y su gente (con Galdámez a la cabeza) han calificado como fraudulento.

Creo que hay mucha gente que ha subestimado a Morales y su entorno. Contando con el sólido apoyo de sus compañeros de infortunio en el empresariado, se fue envalentonando al punto de estar convencido de que le llegó el momento de usar toda su fuerza para librarse de una vez por todas de los nubarrones legales sobre su futuro en enero próximo. Su intención es que no haya 14 a las 14 y se siente confiado en que, desde la Casa Blanca, recibirá el mismo espaldarazo que Trump le dio a Degenhart con una simple palmada en el hombro tras la firma del acuerdo que Trump, sin pelos en la lengua, calificó llanamente como de un Tercer País Seguro.

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