Por obra y gracia de la amenaza, Guatemala rápidamente se convirtió en Tercer País Seguro, según afirmó el mismo Donald Trump, orgulloso de que su extorsión basada en la amenaza hubiera rendido rápidos frutos. Seguramente el de ayer sea el día más ominoso en la historia de Guatemala porque se cumplió aquello de que quien mucho se agacha el trasero enseña y lo dimos íntegro a un prepotente gobernante de ese imperio que no puede eludir su responsabilidad en las causas directas de la migración que expulsa anualmente a cientos de miles de personas frustradas por la ausencia de oportunidades y de esperanza en su propia tierra.

Por supuesto que es un día de vergüenza para los guatemaltecos que tuvimos que ver cómo Trump ensalzaba al payaso que tenemos de gobernante, porque aunque la letra del acuerdo no lo diga, nos hemos dispuesto no sólo a ser campo de concentración de miles de migrantes de todo el mundo, sino que hasta hemos aceptado, como ayer lo difundió Trump en sus redes sociales, que nuestros propios migrantes sean objeto de deportación expedita sin necesidad de papeleo alguno. Indigna la actitud de nuestras autoridades hacia nuestra propia gente, a la que han abandonado en su esfuerzo por lograr impunidad ante sus muchos vicios y pecados.

El derecho internacional establece como causa de nulidad de los tratados el que se haya usado la amenaza como factor en la negociación y está más que demostrado que Guatemala, y las élites empresariales encabezadas por el CACIF, sucumbieron ante la extorsión que, tipo los pandilleros, hizo Trump al amenazar con aranceles, impuestos a las remesas de los migrantes y la prohibición de viaje a los guatemaltecos para entrar a Estados Unidos. Lejos de que esa actitud produjera un repudio enérgico de nuestras autoridades, los puso de culumbrón, al punto de diseñar un acuerdo disfrazando el fondo para tratar de evitar la necesaria aprobación del Congreso.

No tenemos palabras para expresar nuestra indignación por la abyecta actitud del presidente Morales como principal exponente del grupo que está urgido de negociar impunidad. Venden al país con tal de salvar el pellejo y lo hacen de manera burda y descarada. Ya sabíamos que esa sería su actitud. Lo que falta ver es si realmente cada pueblo tiene el gobierno que ser merece. Y si aceptamos con sumisión y docilidad este putrefacto acuerdo, estaremos afirmando que Jimmy Morales es el representante de un pueblo carente de dignidad, de decencia y de sentido de lo que es el ejercicio de una ciudadanía responsable.

Redacción La Hora

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