Víctor Ferrigno F.

Jurista, analista político y periodista de opinión desde 1978, en Guatemala, El Salvador y México. Experiencia académica en las universidades Rafael Landívar y San Carlos de Guatemala; Universidad de El Salvador; Universidad Nacional Autónoma de México; Pontificia Universidad Católica del Perú; y Universidad de Utrecht, Países Bajos. Ensayista, traductor y editor. Especialista en Etno-desarrollo, Derecho Indígena y Litigio Estratégico. Experiencia laboral como funcionario de la ONU, consultor de organismos internacionales y nacionales, asesor de Pueblos Indígenas y organizaciones sociales, carpintero y agro-ecólogo. Apasionado por la vida, sobreviviente del conflicto armado, luchador por una Guatemala plurinacional, con justicia, democracia y equidad.

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Víctor Ferrigno F.

Jimmy Morales no duerme bien; teme que la mano de la justicia pronto lo alcanzará, tal como le sucede a su hijo, a su esposa y a su hermano. Sabe que la inmunidad del Parlacen no le va a proteger, pues pocos diputados se la jugarán por un expresidente desprestigiado, perseguido, sin partido y sin futuro político.

Buscando impunidad, se le hizo fácil ofrecerle a Donald Trump que Guatemala se constituiría en Tercer País Seguro (TPS) para retener en nuestro suelo a los miles de migrantes que soliciten asilo en EE. UU., hasta que sus casos se resuelvan. Por ignorantes, incapaces o cínicos, sus asesores no le informaron que firmar un convenio de esa naturaleza requería de una ratificación del Organismo Legislativo. Varios actores presentaron sendos amparos, para prevenir el daño, ante la Corte de Constitucionalidad y ésta frenó al Presidente, provocando la ira de Trump, quien ayer amenazó con aplicarnos aranceles y evalúa gravar las remesas, lo cual paradójicamente incrementaría la pobreza y la emigración.

EE. UU. es el principal socio comercial de Guatemala, país al que se destina el 36.4% de nuestras exportaciones que, a octubre del 2018, sumaron US$3 mil 271.7 millones. Tras catorce años de vigencia del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Guatemala y Estados Unidos (conocido como DR-CAFTA) se alcanzará el 97% de desgravación arancelaria o exenciones en el 2019, lo que permite libre acceso a los productos nacionales al país del norte. Esta relación comercial se ha puesto en riesgo por Jimmy Morales y sus funcionarios por su incompetencia, provocando un creciente nerviosismo entre los actores económicos.

Varios analistas económicos ya han pontificado que EE. UU. no puede imponer unilateralmente aranceles, pues existe el TLC y las normas de la Organización Mundial del Comercio. Pobres ingenuos; se les olvida que, con la mano en la cintura, Trump rompió unilateralmente el acuerdo internacional sobre el programa nuclear iraní, alcanzado en Viena el 14 de julio de 2015, conocido internacionalmente como Plan de Acción Conjunto y Completo. De igual manera procedió con el Acuerdo de París sobre Cambio Climático y, peor aún, con el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, firmado con Rusia en 1987.

Si en su obcecación con la migración, con fines electorales, a Donald Trump se le ocurre gravar las remesas que los migrantes envían a Guatemala, se generará una seria crisis económica, que afectará a los más pobres. El ingreso de divisas por remesas familiares registró un comportamiento histórico en 2018, superando las expectativas. Las transferencias sumaron US$9 mil 287.7 millones –Q70 mil millones– el año pasado y significaron un crecimiento del 13.3% respecto del 2017, triplicando el conjunto de las exportaciones del país a EE. UU.

De ese tamaño es el daño que la ignorancia, la incapacidad y el cinismo del Gobierno está provocando. Solo a esa crápula se le podía ocurrir que Guatemala podría atender las demandas de vivienda, salud, trabajo y alimentación de millones de migrantes, en su ruta hacia el norte, si nuestros niños mueren de hambre y huyen hacia el norte. Ahora se rasgan las vestiduras y, en contubernio con el CACIF, responsabilizan a la CC del problema, cuando ésta se limitó a velar por la vigencia de la Constitución.

México y El Salvador, cada uno por su lado y con medidas diferentes, han logrado establecer acuerdos temporales y precarios con EE. UU. sobre la migración. En contrapartida, los centroamericanos que emigran por el hambre y la violencia, salen de las honduras para caer en Guatepeor.

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