El drama humanitario que produce la migración de cientos de miles de personas que huyen de la miseria y la inseguridad se ha complicado enormemente porque alrededor del mismo están privando agendas personales tanto del Presidente de Guatemala como del Presidente de los Estados Unidos. Mientras éste último está convirtiendo el tema en el eje de su campaña de reelección, exacerbando el racismo en contra de los migrantes pobres que llegan del Triángulo Norte de Centroamérica, aquí Jimmy Morales lo ha visto como el instrumento para negociar su impunidad en el futuro y por ello dispuso ponerse él y poner a Guatemala de alfombra de los Estados Unidos, abandonando por completo la obligación de atender a ese inmenso contingente de seres humanos que tienen que irse por la indolencia del Estado y de la Sociedad ante sus cotidianos sufrimientos y ausencia de tan siquiera esperanza.

Nada más claro que el mensaje que envió la canciller Jovel cuando afirmó, con toda desfachatez, que los migrantes y sus niños están siendo bien tratados en los centros de detención en la Frontera Sur de Estados Unidos. Mientras todo mundo protesta por el trato inhumano y la tesis de Trump de que él no tiene por qué darles buen trato a los migrantes, nuestra ministra de Relaciones Exteriores afirma que todo está bien.

La forma insultante en que Trump se refirió a Guatemala y los guatemaltecos luego de que se sintió defraudado por Morales porque no se pudo firmar, aún, el acuerdo de Tercer País Seguro no hará que el gobernante guatemalteco cambie su actitud servil porque sabe que lo que tiene en juego es demasiado. Todo gira alrededor de la necesidad que tiene de asegurarse impunidad y no olvidemos cuánto coqueteó con la idea de anular las elecciones y prolongar su mandato, para lo cual era indispensable que Washington tuviera con él la misma complacencia que mostró con la cuestionada reelección del gobernante hondureño.

Los seis meses que faltan para que Morales entregue el cargo serán agitados para la vida nacional porque hará micos y pericos para evitar que el peso de la justicia termine cayéndole encima. Con la misma intensidad que Trump usa para afianzar su base electoral, generando una profunda división por el tema racial, Morales insistirá en ser alfombra, apoyado por un montón de los que antes gritaron por la soberanía pero que ahora dicen que no se puede oponer nadie a las decisiones del imperio, por burdas y groseras que las mismas puedan ser en contra de los guatemaltecos que han emigrado.

Redacción La Hora

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