No es corriente que un Presidente en el mundo salga personalmente a encargarse de hacer las compras para los militares, mucho menos cuando se trata de una persona que por más que le encante vestirse de militar no tiene conocimientos sobre el tema. Ni Otto Pérez, cuando se propuso comprar los aviones Super Tucano en un negocio sobrevalorado y sucio, se aventuró a ser él personalmente quien fuera a hacer la compra, como ahora lo hace Jimmy Morales que, acompañando al Ministro de la Defensa, fue a Argentina para cerrar un negocio parecido al de las naves brasileñas por el fétido olor.

De hecho, ningún mandatario en el mundo hace ninguna compra personalmente porque para ello existe la institucionalidad en los países serios, donde los gobernantes pueden girar instrucciones pero jamás meten personalmente las manos en ninguna adquisición. Pero nuestra situación es bien especial porque si algo no se entiende en nuestro país es la efectiva función de quien dirige los destinos del Estado, tanto así que no sólo termina siendo el encargado de las compras sino también el que cae con los pies hinchados en medio de un almuerzo con narcos para comerse una gallina en crema con loroco, sin tener idea de que hizo tratos con los supuestos traficantes que eran, en realidad, agentes de la DEA investigando al anfitrión del festejo.

Evidencias del superficial criterio que impera sobre las funciones y atribuciones del Presidente de la República abundan, pero la actual actividad, acompañando al Ministro de la Defensa para cerrar el trato con lo de los aviones argentinos, no sólo parece un chiste sino que deja a Morales expuesto a poco tiempo de dejar el cargo. Y es que un negocio de ese calibre (se habla de 28 millones de dólares) no es moco de pava en un país donde nadie pasa sin saludar al rey dejando la correspondiente comisión.

Durante meses se sostuvo que no había ningún proceso de adquisición de naves aéreas para vigilar el tráfico de aviones dedicados al narcotráfico, pero el Presidente decide viajar sorpresivamente de Panamá, a donde había asistido a la toma de posesión del nuevo Presidente, hacia Argentina para hacerse cargo de una negociación que no es, ni por asomo, comparable a su experiencia como comerciante cuando vendía plátanos.

No será remoto que se publiquen fotos del señor Morales vistiendo traje de piloto aviador luego de haber “probado” las naves que Argentina trata de venderle a Guatemala para el “control” del ya intenso tráfico aéreo de las naves que impunemente trasiegan la droga.

Redacción La Hora

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