Alfonso Mata
El espectáculo por disparatado que sea apolilla mente y corazón y tras oír a los candidatos por los medios de comunicación, deja la impresión de que uno conoce menos política y más de políticos y entonces trato de apagar la tele, pero mi Pepe Grillo me reprocha: No seas tan soso e ingenuo, se trata tan sólo de un espectáculo: “Bienvenidos al debate ¿debacle? presidencial”.
Los dos me parecen más viejos y ceñudos que en sus fotos de campaña, y lo que dicen es tan viejo como repetitivo, como si hubieran asistido a la misma escuela (ambos se dicen hijos del pueblo) la misma clase y aprendieron a repetir como loros del mismo profesor. Al rato de escucharlos, por primera vez me alegro que hayan anuncios en la tele y me surge la maldita duda: votar o no votar. Soy tan mal tirador en eso de distinguir políticos que nunca le atino al bueno. Pero la pura neta, el debate o mejor dicho la propaganda electoral, me pone de nuevo a la escucha: ofertan un espacio en el camino hacia el progreso. Les daré comida afirma uno (como si fuéramos pollos) salud dice el otro (como si fuéramos enfermos, aunque en eso de salud mental andamos por los suelos) y continúa las letanías de dar y daré y empiezo a dudar si no estoy en un programa navideño. Cuando las cámaras apuntan al público, me topo con miles de ojos ansiosos, devorando únicamente esperanzas y ocultando su angustia del diario vivir. Cual ávidos cazadores entonces, los candidatos desfilan buscando presas. De repente se escucha una subida de tono: Acabaré con el pasado tortuoso que nos tiene de rodillas y me salé sin querer un P… si ella es constructora de ese pasado… No terminó mi reflexión pues su compañero de contienda le interrumpe y mirándole firmemente le dispara a boca de jarro Durante mi gobierno se acabarán los trinquetes, robos y componendas, al que lo haga lo fusilo y exhalo mi segunda P pues yo si tengo bien puestos… y entonces el moderador vuelve a la carga el número de votos lo dirá, pero… que dice usted ante la encuesta que… no importa lo interrumpe una voz femenina se acabará el machismo y reivindicaré… el voto lo decidirá y entonces me susurra mi Pepe: son tiradores de primera clase, perseverantes día tras día, pueblo tras pueblo, tiranuelo en su actuar aunque actores de tercera… Lo callo y seguimos escuchando y viendo, soy perseverante. De repente: yo no ofrezco, pero pronto ustedes se encontrarán que este viejo viajero dentro del mundo político –todos y todas lo afirman ser– les puede cambiar la vida, allá a ustedes. El camarógrafo enfoca al público que chatea o intercambia cuchicheos. Su voto coloca su poder en mis manos promete aquella voz y entonces me sale mi tercer P… de los labios en forma de grito, apago el televisor y mi Pepe Grillo huye dentro de la oscuridad del mismo, perdió… no votaré por nadie.