Adrian Zapata

zapata.guatemala@gmail.com

Profesor Titular de la USAC, retirado, Abogado y Notario, Maestro en Polìticas Pùblicas y Doctor en Ciencias Sociales. Consultor internacional en temas de tierras y desarrollo rural. Ha publicado libros y artículos relacionados con el desarrollo rural y con el proceso de paz. Fue militante revolucionario y miembro de organizaciones de sociedad civil que promueven la concertación nacional. Es actualmente columnista de el diario La Hora.

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Por: Adrián Zapata
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La semana pasada causaron revuelo las declaraciones de Carlos Raúl Morales, Vicepresidenciable de la UNE, cuando en un programa de radio afirmó: “Lo que nosotros estamos plantando es someter a consulta popular -que el pueblo decida- si está de acuerdo con que se continúe con el apoyo de la comunidad internacional en el fortalecimiento de la justicia”.

Posteriormente, Sandra Torres y Raúl Morales dieron una desafortunada conferencia de prensa para “precisar” lo que el segundo había afirmado.

La noticia giró, a partir de allí, en la supuesta contradicción entre el binomio en relación al tema. Quienes están interesados en desgastar la candidatura de la señora Torres vieron la oportunidad de intensificar las críticas contra ella, en dos sentidos: recordando que es afectada por la CICIG debido a la solicitud de antejuicio que planteara en su contra; y ratificando el supuesto autoritarismo de la candidata al “obligar” a su compañero de fórmula a “rectificar” lo dicho. De refilón, pretenderían debilitar la figura del candidato vicepresidencial al demostrar, según ellos, su debilidad ante la señora Torres.

Pero, a mi juicio, creo que al prevalecer ese abordaje, un tanto sensacionalista, se está invisibilizando lo esencial del planteamiento del candidato Morales, que es recuperar el apoyo internacional a la lucha contra la corrupción, con una legitimidad fortalecida.

Se demostró, en los últimos meses, cómo, quienes adversan la lucha contra la corrupción y la impunidad, lograron sus propósitos: sacar a la CICIG y al Comisionado y poner a doña Thelma Aldana en la situación en que se encuentra. Hace un tiempo, nadie, o tal vez muy poquitos, se hubieran atrevido a vociferar contra la CICIG. Las figuras de don Iván y doña Thelma eran intocables. Los Estados Unidos apoyaban sin ambages esa meritoria labor.

Pero los tiempos cambiaron. Se construyó una oposición a la CICIG que logró concitar a diversos sectores y fueron exitosos en el lobby en Estados Unidos para neutralizar la posición de ese país en relación a este tema.

Deberíamos, principalmente lo medios, reenfocar el abordaje. Qué bueno que el candidato a Vicepresidente por la UNE, en la coyuntura actual, haya sacado este tema a discusión. Debemos entender que sin el apoyo internacional, incluyendo por supuesto a los Estados Unidos (sin olvidar su responsabilidad histórica en la constitución de esas redes criminales durante la guerra contrainsurgente), la lucha contra la corrupción y la impunidad no será posible. Ese apoyo es indispensable. Solos no podemos.

Hay que reconstruirle legitimidad a ese apoyo externo. El manejo mañoso que hicieron los corruptos contra la CICIG, de alguna manera nos polarizó. Traigamos el tema a la campaña de la segunda vuelta para crear renovados acuerdos al respecto, aunque sin permitir que desaparezcan de la agenda los problemas estructurales de la desigualdad, la pobreza, la exclusión o la desnutrición. No todo es corrupción, pero el apoyo internacional para combatirla debe ser un tema sustancial.

Aprovechemos la propuesta del vicepresidenciable Morales para ese propósito. Los medios deben contribuir en este objetivo.

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