Adrian Zapata

zapata.guatemala@gmail.com

Profesor Titular de la USAC, retirado, Abogado y Notario, Maestro en Polìticas Pùblicas y Doctor en Ciencias Sociales. Consultor internacional en temas de tierras y desarrollo rural. Ha publicado libros y artículos relacionados con el desarrollo rural y con el proceso de paz. Fue militante revolucionario y miembro de organizaciones de sociedad civil que promueven la concertación nacional. Es actualmente columnista de el diario La Hora.

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Por: Adrián Zapata
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El Ministro de Gobernación, en conferencia de prensa, hace algunos días anunció que firmarían lo que denominó un “convenio histórico” con el Secretario Interino del Departamento de Seguridad de los Estados Unidos. Al respecto dijo, textualmente: “Vamos a tener un apoyo directo con más recurso humano federal, viene una cantidad, yo diría importante, de agentes federales que nos van a ayudar en el combate a las estructuras de tráfico de personas, narcotráfico, tráfico ilegal de armas de fuego y, muy interesante, el tema también de lavado de dinero…”. Ya más clara no puede estar la voluntad gubernamental de militarizar la frontera con México y de ser alfombra de los disparates de Trump.

Por otra parte, la semana pasada, el Presidente norteamericano logró doblarle el brazo a su homólogo mexicano. El 7 de junio, en declaración conjunta de ambos países, informaron que “México tomará medidas sin precedentes para aumentar la aplicación de la ley, para frenar la migración irregular, para incluir el despliegue de su Guardia Nacional en todo México, dando prioridad a su frontera sur…”. Como compensación a esta abdicación del gobierno mexicano, la declaración también afirmó que “Los Estados Unidos y México acogen con satisfacción el Plan de Desarrollo Integral lanzado por el Gobierno de México en concierto con los gobiernos de El Salvador, Guatemala y Honduras para promover estos objetivos. Los Estados Unidos y México liderarán el trabajo con socios regionales e internacionales para construir una América Central más próspera y segura para abordar las causas subyacentes de la migración, para que los ciudadanos de la región puedan construir mejores vidas para ellos y sus familias en el hogar”.

La amenaza de Trump para lograr esta sumisión mexicana fue el cobro de aranceles del 5% sobre los productos mexicanos, los cuales aumentarían cada mes hasta alcanzar un 25% en octubre. Es comprensible que López Obrador no tuviera alternativa, a pesar del costo político que eso le significa, pues prácticamente está siendo incoherente con su visión de soberanía nacional. Esta concesión se la cobrarán las fuerzas progresistas, pero también las derechas que aunque seguramente estarán muy contentas con que Estados Unidos no imponga esos aranceles, aprovecharán para criticar, oportunista e hipócritamente, la incoherencia de AMLO.

Está claro entonces, que la opción militar es la principal que impulsa el gobierno de Donald Trump, visión equivocada porque eso no logrará detener la migración, motivada, en el caso de Guatemala, porque existen territorios rezagados que son expulsores de su población. La verdadera solución es la estructural, trabajando en convertir esos territorios rezagados en territorios desarrollados.

Por lo anterior, es muy importante rescatar el “dulce” con el cual premió Trump la abdicación mexicana: apoyar el Plan de Desarrollo Integral, PDI, que está promocionando México, pero ese debe ser un Plan que NO se imponga desde las mesas de los tecnócratas, sin tomar en cuenta los procesos nacionales que en esta materia se están dando. En Guatemala hay políticas, planes, programas y proyectos que no han funcionado y que el reto es hacer que funcionen, que impacten en las realidades territoriales.

El nuevo gobierno que próximamente resultará del proceso electoral no podrá abstraerse del tema de la migración, no sólo por su indiscutible importancia nacional, sino que también por su relevancia internacional. Pero para eso aún faltan seis meses.

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