Arlena Cifuentes
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Se inicia la recta final hacia “las alegres votaciones”, porque lo de “elecciones” es una deuda pendiente y lo de alegres también. No estoy de acuerdo en que la elección de un nuevo Gobierno tenga que ser alegre, es una fiesta cívica dicen otros. Los mismos analistas y comentaristas se encargan de lanzar cortinas de humo manejando a diestra y siniestra estos términos que van dirigidos a la población de un país en subdesarrollo, por ello nos compran muy fácilmente con espejitos de colores. En países democráticos un proceso electoral se realiza sobre la base de la confianza y del respeto de sus ciudadanos hacia quienes se postulan. Son pueblos que se caracterizan por su identidad que ante una amenaza común pueden ser uno solo.

Según el diccionario, el término civismo “corresponde al comportamiento de la persona que cumple con sus deberes de ciudadano”. Como lo he afirmado Guatemala carece de “ciudadanos”, si hubiese una práctica ciudadana no estaríamos en el abismo en el que hoy nos encontramos. La presente campaña mostraría de parte de los contendientes un poco de respeto a nuestra inteligencia desarrollando campañas con contenido, pero somos tan poco inteligentes, según ellos, que ni siquiera se molestan en esbozarlas.

Siendo totalmente honestos, el actual proceso de votaciones para nombrar un nuevo Gobierno, está llena de confusión y de escepticismo por parte del votante. Se puede afirmar, que no estamos ante un proceso electoral, porque carecemos de opciones reales para elegir a alguien que nos genere confianza; ni candidatos en lo individual, ni mucho menos un partido político lo cual nos coloca ante la disyuntiva una vez más de votar por el menos malo, para que no llegue el peor, el más temido. Atrapados por un sistema político corrupto dentro de un Estado colapsado hasta sus raíces más profundas, con nuestra colaboración y apoyo, que entregamos a las mafias que supieron aprovechar muy bien nuestra indiferencia y desinterés por la cosa pública lo cual justificamos a través de un prurito manifestado como un sentimiento antagónico a “lo político y la política”, que nos convierte a lo largo de la historia en tan solo simples espectadores a quienes somos privilegiados, pero que a las grandes mayorías las convierte en víctimas y las condena a la miseria.

El número multitudinario de candidatos nos demuestra la enorme polarización de la sociedad guatemalteca, nuestra incapacidad para ponernos de acuerdo, la infinidad de intereses dispersos, que nos dividen y que nos permite concluir en que su objetivo fundamental es seguir saqueando al Estado, quien resulte electo será el trampolín que facilite el camino ya trazado de la corrupción, la narcoactividad, la cooptación del Estado de Derecho que les permita seguir ejerciendo el poder a su antojo.

En la pág. 60 del documento BIBLIA PARA DELEGADOS/AS, dice: “En la Biblia encontramos varios textos que enseñaban a los judíos cómo distinguir entre un profeta verdadero y uno falso.
1. El profeta verdadero no es conocido por los milagros, sino por su doctrina (Deut. 13,1-5; Mt. 24,24).
2. El profeta falso habla cosas que no se cumplen (Deut. 18, 20-22).
3. El falso profeta tiene apariencia de piedad, solo apariencia (Mt. 7,15-20).
4. El falso profeta suele ser popular (Lc. 6,26), en contraste con el profeta verdadero que suele ser impopular (Gal. 1,10). ¿Eran populares Jeremías, Ezequiel y el resto de los profetas?

El domingo 16 de junio no se realizará una actividad cívica ni hay elección alguna, que no le cuenten cuentos no nos engañemos. El engaño en el que hemos caído y nos ha convenido adoptar como forma de vida es el que hoy nos tiene doblados de rodillas; ojalá fuera ante Dios, pero lamentablemente es ante las fuerzas del mal.

Discierna su VOTO, de no hacerlo usted será corresponsable de lo que haga y deje de hacer el Gobierno que usted favorezca.

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