Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

Los asesores de Jimmy Morales acertaron en una cosa: con la movida de la Embajada de Guatemala a Jerusalén tuvieron acceso a Donald Trump, a quien le dijeron que nuestro comediante era víctima, “como Donald Trump con Robert Muller III”, de los entes investigadores en Guatemala y que por eso apelaban a su ayuda.

Eso fue suficiente para que Washington, muy fiel a su estilo en política exterior y a la lucha contra las drogas, zafara la varita en Guatemala a la lucha contra la corrupción y alentara a unos políticos y sus socios particulares para desmantelar los avances y poder operar para consolidar el sistema. Le toleraron al Gobierno local que “pateara la mesa” en enero y el resto es historia.

Pero el mandatario se envalentonó tanto que ya ni cuidó las formas y así es como se explica su presencia en el almuerzo en la casa de Mario Estrada y en donde, según se ha dicho, participó gente de la DEA infiltrada como miembros del Cártel de Sinaloa y al darse cuenta dónde se había parado, Morales optó por ser un perro faldero más del Presidente de los Estados Unidos.

Ofreció entregar la frontera de Huehuetenango a las tropas de Estados Unidos para detener, paradójicamente, a quienes migran por necesidad pero, más que eso, a quienes hicieron Presidente a Morales hace 4 años. Si los migrantes ya se sentían traicionados por Morales, me imagino cómo estarán ahora que le ofrece a Trump que los agarren en el mismo Huehue, con tropas militares y con la avanzada de los agentes federales del Departamento de Seguridad Interior (DHS por sus siglas en inglés).

Y ahora que Morales es la alfombra de Trump, si de verdad le preocuparan al Presidente los migrantes y sus familias, ya estaría el mandatario reclamando la necesidad de crear programas masivos de trabajos temporales en el norte para nuestros migrantes. No es secreto que los nuestros hacen el trabajo que la base de Trump no quiere hacer en su país.

Si nuestro Gobierno y sus aliados hicieran verdaderos esfuerzos de país y no genuinos esfuerzos por buscar impunidad, las condiciones y los tópicos de las visitas a Washington también serían otros porque cualquiera que entiende la necesidad de la gente, estaría trabajando por encontrar mínimos con el afán de buscar soluciones de corto y mediano plazo para nuestra gente.

EE. UU. hizo con la lucha contra la corrupción, como hace con la lucha contra el narcotráfico, es decir nos demandan cambios pero nos frenaron el impulso que pudo derivar en uno estructural para que de verdad hubiera mejora. Nos reclaman a los capos pero poco hacen por detener el consumo o por enfocarlo desde el punto de vista de salud, como sugirió Otto Pérez Molina.

Sin duda que los problemas que tenemos son nuestra responsabilidad y los debemos atender nosotros, pero la manera en la que se está abordando el tema migratorio genera una bomba de tiempo porque la gente no sale para ir de paseo, sino migran para literalmente sobrevivir y romper el círculo generacional de la pobreza.

Quien desesperado no logre migrar y queda sin acceso a trabajos temporales, tendrá que buscar maneras de vivir y sin duda la mayoría, como buenos chapines, seguirán luchando sin caer en las garras del mal, pero lastimosamente habrá otros que evaluarán opciones y es ahí donde pueden llegar a ser caldo de cultivo para los delincuentes.

Estamos ante un drama integral en el que la vida de la gente más olvidada de este país está en el centro y llora sangre esa forma en la que nuestras autoridades y sus socios les dan la espalda y todo, por lograr impunidad pura y dura.

Con el sistema cooptado las cosas tardarán, pero algún día pagarán por el daño que le han hecho a millones.

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