Juan Jacobo Muñoz Lemus

juanjacoboml@gmail.com

"Guatemalteco, médico y psiquiatra"

post author

Juan Jacobo Muñoz

El determinismo, sostiene que todo fenómeno humano ha sido previamente instalado por circunstancias y que por lo mismo, la voluntad no es libre, sino predeterminada. Hay modelos conductuales, que por su parte, sostienen que el comportamiento se explica como un juego de estímulos y respuestas que promueven una acción específica. Y todavía más, hay quienes hablan de sesgos, que orientan a preferir una idea sobre otra, a pesar de la evidencia de lo contrario, y llevan las cosas hasta el nivel de una profecía que cumplir, como si se viviera maldecido.

Según lo anterior, cada ser humano, se va llenando de miedos; que ya sean pedagógicos, determinados, condicionados o proféticos; se sienten, pero no se entienden, y se viven como angustia.  Es el miedo a lo desconocido.

Pero, percibir no solo es recibir la realidad en aquiescencia pasiva, que siga la inercia de las cosas, y que, sin la participación humana, serían solo cosas inanimadas. A la realidad hay que recrearla en los conocimientos y esquemas personales.

Los humanos somos continentes y nos llenamos de contenidos. Y si todo contenido, toma la forma del recipiente que lo contiene; es de vital importancia atender a quien debe contener.

Pasamos un buen tiempo, valorándonos como víctimas de las circunstancias y los acontecimientos de la vida; algunos difíciles de entender y a veces de soportar. Hechos que provocan estados de ánimo y sentimientos añejos, que misteriosamente, pueden erradicarse o cambiar en el tiempo, cuando a la simple razón, le añadimos reflexión, intuición y sobre todo imaginación para no dejar que los eventos del pasado rebasen sus límites.

El pasado, con todo y las desventajas que va instalando; no crea una obligación, ni es una maldición. Si entendiéramos esto, haríamos las paces con la niñez, la familia, las premuras económicas, las enfermedades, los traumas, la educación y quien sabe cuánto más. Y romperíamos el cerco de la vulnerabilidad autoimpuesta.

El ambiente, en todo caso es un estímulo, pero no una sentencia. Todos somos materia prima, tenemos que hablar de eso. Son muchos los que, viviendo lo mismo, hicieron cosas distintas.

Cuando escuchamos las preguntas de las personas, podemos entender lo que están armando en su cabeza. Y escuchando sus historias, podemos vislumbrar cómo han sido sus vidas, cómo se sienten en ellas y cuáles son sus complejos, sus deseos y sus miedos. Pero también podemos ver que mucho es fantasía de sentido emocional, y que la realidad palidece ante eso por no ser atractiva, y por ser pequeña, empolvada, insípida y corriente. Pero tiene una ventaja sobre la fantasía, y es que es cierta.

Los seres humanos somos criaturas de la creación, y debemos aprender a discernir entre para que fuimos creados y para que fuimos criados. Decididamente deberíamos dedicarnos a crear en lugar de seguir malcriándonos y malcriando a otros, y buscando gente a la que queremos terminar de criar. Crearnos nada más, y solo podemos hacerlo si aceptamos y hacemos consciente lo que negamos.

De no ser así, será como estar en el piso más alto de un rascacielos, sentirse un héroe y querer volar; o desesperadamente lanzarse al vacío sintiendo que es el destino. En cualquiera de los dos casos, solo queda, tronar a sapo. Hasta en broma lo han dicho, sapo es el acróstico de soberbia, arrogancia, prepotencia y obstinación.

Mi tesis de hoy es que; mientras mejor veamos el pasado, mejor veremos el futuro.

Artículo anteriorEl caballo tordillo
Artículo siguienteFanatismo