Raúl Molina

La indiferencia del Estado de Guatemala ante las dificultades que enfrentan las y los migrantes guatemaltecos es total, ya que el gobierno, el Congreso y el Poder Judicial no han hecho nada por apoyarles y mucho menos defenderles del racismo y la xenofobia. Sostengo, para la historia, que con la política inhumana de Trump contra la inmigración, él y otros resultan culpables de delitos de lesa humanidad, es decir, violaciones gravísimas de derechos humanos, por las que han de ser enjuiciados oportunamente. Jimmy Morales, al quedarse callado, avala estos crímenes y hasta pretende justificarlos con acciones contra migrantes y sus familias. Esto es complicidad para cometer delitos de lesa humanidad. He recibido el comunicado de la Liga Maya Internacional, emitido en Washington, que denuncia que “Niños y niñas indígenas mueren en la frontera entre México y Estados Unidos” y menciona cuatro casos, todos de Guatemala. Señala el del bebé de dos años y medio, que murió luego de la captura de su madre, pocos días después de la muerte de Juan de León Gutiérrez, de 16 años. Afirma: “Durante el último año nuestro pueblo (Maya) ha sido sometido a ataques constantes en la frontera”, indicando que, primero, Claudia Gómez (20 años) murió de un balazo en la cabeza disparada por un agente de la Patrulla Fronteriza, y, después, Jakelin Caal, de 7 años, y Felipe Gómez, de 8 años, murieron bajo custodia fronteriza en diciembre.

Son los casos que sacuden más; pero las políticas antiinmigrantes han golpeado a la niñez guatemalteca de múltiples otras formas, incluidas tortura física (abusos por personas a cargo) y tortura mental, con la separación forzada de padres de sus hijos. Se ha denunciado que la Patrulla Fronteriza ni siquiera cuenta con médicos para atender a las personas que son capturadas, muchas de ellas hambrientas y sedientas. Se han denunciado las pésimas condiciones en que se mantiene a las personas detenidas, pese a que este tipo de centros es negocio millonario para verdaderos buitres de la miseria humana. De este dantesco cuadro es responsable, directamente, el Presidente, porque ha alentado el tratamiento para las y los migrantes latinoamericanos como animales, al punto de no rechazar la posibilidad de “cacería humana” que algunos enajenados han propuesto. Hay atropello constante a los derechos humanos fundamentales, derechos de la niñez, derechos de las mujeres y las niñas, derechos de minorías y derechos de los pueblos indígenas, sin que Jimmy Morales y Sandra Jovel abran la boca para protestar, para no perder los favores del Presidente estadounidense. Las candidatas y candidatos a la presidencia tampoco tocan el tema de las y los migrantes, evitando caer en la lista negra de Washington; pero queda la esperanza que, de ser electas personas probas y capaces, buscarán la manera de aliarse con México para diseñar una política humana de migración y desarrollo para Mesoamérica. En el Estado caótico, neocolonial y fallido que es hoy Guatemala, las y los migrantes solamente cuentan para sobrevivir con su determinación y perseverancia, y con la solidaridad nacional e internacional.

Raul Molina Mejía

rmolina20@hotmail.com

Nació el 20/02/43. Decano de Ingeniería y Rector en funciones de USAC. Cofundador de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG) en 1982. Candidato a alcalde de la capital en 1999. Profesor universitario en Nueva York y la Universidad Alberto Hurtado (Chile). Directivo de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG).

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