Jorge Santos

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Defensor de derechos humanos, amante de la vida, las esperanzas y las utopías, lo cual me ha llevado a trabajar por otra Guatemala, en organizaciones estudiantiles, campesinas, de víctimas del Conflicto Armado Interno y de protección a defensoras y defensores de derechos humanos. Creo fielmente, al igual que Otto René Castillo, en que hermosa encuentra la vida, quien la construye hermosa.

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Por Jorge Santos

Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española el término dignidad significa una cualidad de digno, excelencia, realce o bien gravedad y decoro de las personas en la manera de comportarse. Es decir son el conjunto de comportamientos que en su sumatoria hacen a una persona portar dignidad y por ello puede o debe ostentar autoridad. Este término que cada vez más es pisoteado por las y los funcionarios de las Instituciones Públicas del Estado guatemalteco, así como por su rancia, corrupta e impune oligarquía, su inservible fuerza armada y por supuesto que por los miembros del Crimen Organizado en el país.

Este año plagado de complejidad, por elegirse o designarse a quienes serán los responsables de los tres poderes del Estado deberían de estar revestidos de dignidad, que las y los ciudadanos que ejercemos el voto, pudiéramos elegir entre las mejores exposiciones de dignidad, honorabilidad, idoneidad y honestidad. Sin embargo, este proceso electoral, así como la designación de la Corte Suprema de Justicia se da entre lo más indigno, de lo indigno. Con raras y honrosas excepciones, pareciera que mientras más indigna es una persona, mejor evaluada es por el statu quo y todos aquellos que le defienden.

Es por ello, que desde este Primero de Mayo, en el histórico Día de las y los Trabajadores, la dignidad como el gigante se despierta, se sacude el adormecimiento, se levanta y camina con el propósito de que su caminar sea ejemplo de lucha, de resistencia, de no permitir someterse y que es posible derrotar este corrupto, impune, desigual, inequitativo y empobrecedor sistema. Miles de hombres, mujeres, jóvenes, gays, lesbianas, pueblos indígenas, entre otros, organizados han decidido emprender la Marcha de la Dignidad. Esta marcha recorrerá más de 200 kilómetros, empezando en el Centro de Quetzaltenango, para terminar en la Ciudad Capital de nuestra dañada y agotada República.

Autoridades Ancestrales de los Pueblos Mayas, Xincas y Garífunas, organizaciones campesinas, indígenas, jóvenes, víctimas del Conflicto Armado Interno, mujeres, organizadas en movimientos sociales, populares y de derechos humanos se han aprestado desde la ciudad de Los Altos a emprender esta manifestación por las reivindicaciones históricas de vida digna, así como por las más recientes vinculadas a suprimir del Estado lo corrupto y lo impune. En este escenario guatemalteco, de retroceso democrático y de derechos humanos, quienes caminan por la Dignidad, nos dan esperanza y se constituyen en la reserva moral de nuestra sociedad, que nos pide a gritos sumarnos. Probablemente la Marcha por la Dignidad no traiga las respuestas a nuestros profundos males, pero sí tiene claro la construcción de futuro, con todo el peso que andan a cuestas.

El llamado es simple y sencillo, sumémonos desde nuestras comunidades, acompañemos a quienes dignamente recorren kilómetros para hacernos ver la necesidad de rescatar el preciado valor de la dignidad, de la imperante necesidad de contar con ciudadanas y ciudadanos honestos y dignos que le den vida a nuestras demandas de vida digna.

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