Eduardo Blandón

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Fecha de nacimiento: 21 de mayo 1968. Profesor de Filosofía, amante de la literatura, fanático de la tecnología y enamorado del periodismo. Sueño con un país en el que la convivencia sea posible y el desarrollo una realidad que favorezca la felicidad de todos. Tengo la convicción de que este país es hermoso y que los que vivimos en él, con todo, somos afortunados.

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Eduardo Blandón

Leo un artículo en el diario El País firmado por Laura Fernández donde escribe sobre Shakespeare y su Hamlet. Entre las curiosidades del dramaturgo, según recoge de la novelista Maggie O’Farrell, revela que uno de sus hijos, Hamnet, había muerto a los 11 años, y que tan solo tres años después, Shakespeare, escribió su celebérrima obra clásica inspirado en esa tragedia personal.

Sí, ya sé que la información no le hará abrir su tercer ojo y por fortuna no es de lo que quiero hablarle. Más bien quiero referirme a la conclusión de la joven periodista al afirmar que “todo lo que creaba Shakespeare eran pedazos de sí mismo”. Una explicación quizá perogrullesca, pero que justifica nuestra conducta.

Piénselo. Tiene carácter apodíctico. Es algo así como decir que lo que hace nuestro presidente expresa sus propios condicionamientos internos: complejos, perversiones, ignorancia y ceguera moral, por ejemplo. Mutatis mutandis podríamos decir que “todo lo que hace Jimmy Morales son pedazos de sí mismo”. Eso explica todo.

De verdad que ofrece un marco referencial de antología para comprender al señor presidente. Así, por ejemplo, verlo marchar como si se tratara de un integrante más de las tropas en 2016 revela, más allá de lo anecdótico (y hasta ridículo), ese trozo de sí mismo de nuestro estadista.  Especulemos: trastorno histriónico, inadaptación, torpeza, frustración castrense… siga hasta donde pueda.

Es un hecho que incluso la forma de vestirnos revela nuestra identidad. Y si nuestro gobernante, según reportó la prensa en 2018, tuvo necesidad de comprar unos lentes de sol de la firma Carolina Herrera valorados en 21 mil 900 quetzales, algún significado debe tener. Sumado a 14 mil 819 quetzales en implementos deportivos, como medias para correr, tobilleras, pelotas de tenis, pantalones y un rubro específico de Q3 mil 410 por masajes relajantes para él.

¿Estamos frente a un faraón? No, tampoco exageremos.  Más bien quizá de cara a un homúnculo con avidez desmedida. Otra vez cabe conjeturar complejos y hasta la presencia de un chico fácilmente sobornable. Un jefe de Estado al que no le basta ser el mejor pagado de América Latina con un sueldo mensual de casi US$20,000.

Insistamos, como Shakespeare somos lo que hacemos. Nuestros actos nos ponen al descubierto. Y aunque las palabras y las poses pueden ser insinuaciones de la realidad, no transparentan ni son señales infalibles para conocer a las personas. Solo lo que hacemos o, como en el caso del bardo inglés, lo que creamos, son pedazos de nosotros mismos. Y sí, a veces es vergonzoso nuestro protagonismo en el teatro de la vida.

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