Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Oscar Clemente Marroquín
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Una de las figuras más polémicas de lo que va de este siglo ha sido Julian Assange, creador de WikiLeaks y responsable de la difusión de infinidad de secretos de Estado y de escándalos financieros y de corrupción en diversos lugares del mundo, por lo que unos lo consideran un héroe de la libertad de información y otros lo consideran un peligro para la seguridad y hasta para la vida de algunas personas expuestas en las filtraciones que ha realizado. Assange es reconocido como un hacker capaz de penetrar en los más sofisticados y seguros sistemas informáticos y es intenso el debate sobre sus actuaciones.

En Estados Unidos fue el gobierno de Barack Obama el que accionó fuertemente en contra de Assange por la difusión de secretos militares y diplomáticos que no sólo expusieron la vulnerabilidad de los sistemas informáticos de la gran potencia, sino que pusieron en peligro la vida de muchas personas cuyo trabajo secreto quedó evidenciado en las filtraciones. La prensa, la misma que desde el siglo pasado se esmeró en difundir secretos como los famosos Papeles del Pentágono aún a riesgo de que pudiera accionarse penalmente contra ellos, consideró que lo que hacía el fundador de WikiLeaks se enmarcaba precisamente en el mismo principio que exoneró de responsabilidad criminal la publicación de secretos por los medios más respetados del país.

Cuando se sintió en peligro porque arreciaban las causas penales en su contra, Assange astutamente buscó asilo en la Embajada de Ecuador en Gran Bretaña, sabiendo que el régimen de Rafael Correa era posiblemente uno de los más independientes de la influencia de Washington y gracias a esa acción, bien pensada y ejecutada, se libró de ser juzgado por delitos sexuales en Suecia y, de paso, impidió el avance de los procesos en su contra en Estados Unidos.

Ocurre que la protección que ofrece la existencia de los Secretos de Estado en muchísimos casos ha servido para encubrir acciones criminales cometidas por los mismos Estados que a veces se traducen en hechos brutales contrarios al concepto mismo de los derechos humanos y las filtraciones de WikiLeaks evidenciaron esa realidad, pero se debe reconocer que hay también razones de seguridad que obligan a la reserva respecto a algunas informaciones.

De las más recientes filtraciones hay que destacar la que tuvo tanta influencia en la elección de Estados Unidos luego de que el mismo Trump pidió a los rusos que se metieran a los correos electrónicos de su adversaria Hillary Clinton y que la gente de Assange terminó ejecutando, supuestamente con apoyo ruso, filtrando todos los mensajes del partido Demócrata lo que tuvo un impacto muy serio en el resultado de la elección.

El caso es que al finalizar los sucesivos gobiernos de Correa, Ecuador dejó de ser el paraíso que había sido para Assange y el actual presidente, Lenín Moreno, decidió terminar con su condición de asilado y por ello fue capturado. La polémica no terminará sino que, por el contrario, será más vívida ahora y muchos lo verán como el aguerrido hacker empeñado en cambiar al mundo y quienes lo ven como un peligro para la seguridad de algunas potencias y de muchas personas, siendo lo más probable es que ambos bandos tengan algo de razón.

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