Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Los nuevos nacionalismos que se observan en distintas partes del mundo, incluyendo los Estados Unidos, son abordados por Madeleine Albright en su último libro titulado “Fascismo, una Advertencia”, en el que hace un repaso de cómo se fueron produciendo distintas manifestaciones de esa forma de control de los pueblos a lo largo de la historia y advierte del resurgimiento que es producto de nuevos populismos y de la descarada forma de manipulación de la verdad y de las instituciones democráticas que tanto esfuerzo demandaron para su construcción y eficiencia.

El libro parece estar hablando de cómo funciona en Guatemala la Dictadura de la Corrupción porque cuando uno se da cuenta de los procesos que llevaron al establecimiento de los regímenes fascistas, se puede ver que nos encaminamos a un régimen en el que el control no estará en manos de un tirano, sino de todos aquellos que con habilidad han logrado estructurar un sistema perverso en el que se violentan todos los derechos de manera más que impune y se avanza a la destrucción de cualquier vestigio de oposición a los planes de los dictadores.

En una parte de su libro Albright dice que si se estableciera en alguna universidad un programa de formación de déspotas, podríamos imaginar los nombres de los cursos: Cómo organizar un referéndum constitucional; Cómo intimidar a los medios de comunicación; Cómo destruir a los rivales políticos a través de investigaciones falsas y noticias falsas; Cómo crear una comisión de derechos humanos que encubra las violaciones de los derechos humanos; Cómo cooptar a un Congreso; y Cómo dividir, reprimir y desmoralizar a los oponentes para que nadie crea que el déspota será derrotado.

Justamente es lo que se está haciendo en Guatemala donde no se escatima esfuerzo alguno para afianzar ese despotismo de la corrupción que se nutre de la expansión que en el mundo entero está teniendo el fascismo construido a partir de los viejos nacionalismos que fueron el cimiento de tantas expresiones que se dieron a lo largo del siglo pasado.

Aquí los medios de comunicación no son sólo intimidados sino atacados porque mientras más verdades dicen más se les agrede y cerca económicamente. En abierta colusión, los políticos pícaros y los empresarios usan su poder económico para ir arrinconando a los medios y algunos han tenido que ceder al punto de no ponerle atención a casos en los que aparecen implicados los financistas de las campañas electorales.

No digamos la campaña que por las redes sociales y hasta por los tribunales se hace contra los rivales de la dictadura de la corrupción, con noticias e investigaciones falsas, mientras que el retroceso en el tema de derechos humanos es tan patético que hasta se atreven a proponer leyes de impunidad para los violadores.

No digamos la cooptación que del Congreso hizo ya la Dictadura de la Corrupción para que sólo sirva a sus fines, mientras que la verborrea de los pícaros y de sus propagandistas en las redes sociales se incrementa para desmoralizar a los que aún creen que un sistema decente y democrático es posible en nuestro país.

Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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