Félix Loarca Guzmán
Las personas que de buena fe tienen la esperanza que con las próximas elecciones generales pudiera haber algún cambio para beneficio del pueblo, están totalmente equivocadas. Estos comicios serán una farsa más dentro del ritual que se inauguró luego del derrocamiento del presidente nacionalista Jacobo Árbenz Guzmán en 1954, por una invasión de mercenarios financiada por Estados Unidos.
Ha sido un ritual para mantener la dominación económica y social que conviene al sistema capitalista. Se ultrajó la primavera democrática iniciada con la Revolución de Octubre de 1944, la cual se prolongó durante 10 años hasta que se produjo la invasión gringa mediante la cual se concretó el más descarado secuestro de nuestro país.
En artículos anteriores, hemos señalado que la percepción que se está extendiendo entre la ciudadanía, es de una profunda apatía electoral. Entre el pueblo hay una mezcla de desencanto y frustración por la persistencia de una grosera desigualdad, la cual se manifiesta en el hecho que el dos por ciento de la población tiene en su poder el 76 por ciento de las tierras cultivables.
La pobreza alcanza casi al 60 por cierto de la población, mientras la desnutrición está llevando a la tumba a muchos niños agobiados por la pobreza.
El pasado fin de semana, tuve el privilegio de leer en la Revista Electrónica Con Nuestra América que se edita en Costa Rica, un trabajo muy profundo sobre las elecciones y otros temas de Guatemala, escrito por el académico Marcelo Colussi, que originalmente fue publicado a fines del año pasado en la Revista de la Universidad de San Carlos.
El trabajo es muy extenso, por lo que me limitaré a citar algunos de los aspectos que me parecieron más relevantes sobre el proceso electoral. El título del trabajo es: “Guatemala: Una primavera largamente ultrajada”.
El autor dice que “Las próximas elecciones, con una profusión de pequeños partidos políticos, sin par, no auguran ningún cambio real. Tal como están las cosas, no se puede esperar sino más de lo mismo. La vieja guardia de la política conservadora y tramposa está a la orden del día, aunque se cambien caras y aparezcan nuevos personajes. La cultura de la impunidad y corrupción persiste”.
Colussi puntualiza que un buen número de aspirantes presidenciales avala el retiro de la CICIG y el fin de las investigaciones por parte del Ministerio Público. Agrega que “La izquierda está totalmente fragmentada y no parece tener ninguna oportunidad real de incidir en la estructura dominante. Los escasos lugares que tiene y que, eventualmente podrá seguir manteniendo, (algunas alcaldías, unas muy escasas diputaciones), no constituyen un poder real que pueda torcer el curso de los acontecimientos.”
El académico subraya que “ante este proceso bastante arrollador de posiciones de derecha conservadora, se impone defender férreamente los mínimos avances logrados en estas décadas de proceso democrático. Ello es imperativo para mantener alguna esperanza de cambio y para que la primavera no se termine marchitando”.