Douglas Abadía

douglas.abadia@gmail.com

Politólogo, asesor y consultor político, miembro de Analistas Independientes de Guatemala, Docente Universitario.

post author

Lic. Douglas Abadía
douglas.abadia@gmail.com

Las elecciones son una potente herramienta para disminuir los conflictos y crear los medios para encontrar soluciones negociadas. En tanto que una elección es un medio pacífico que busca resolver entre otras cosas las divisiones sociales, políticas, étnicas, religiosas y económicas, es un período en el que aumentan las tensiones.

En los días que faltan para las elecciones generales, existen diversas amenazas que podrían empañar la construcción del proceso democrático.

Las elecciones a desarrollarse en la primera quincena de junio de este año, traen dentro de una serie de amenazas, entre ellas, elecciones cerradas, es decir, márgenes estrechos entre el primer y segundos lugares, creando cierto grado de conflictividad.

Además trae consigo vulnerabilidad derivada de la cultura de aceptación de la derrota, es decir, hay que saber aceptar el resultado aunque no salga como se planificó y deseó.

Existe el riesgo de que existan autoproclamaciones de victoria, desacato de resultados y protestas post electorales, agregando más ingredientes a la conflictividad que se vive en el país desde años atrás.

Llama la atención el perfil de los distintos candidatos y candidatas en los diferentes cargos a elección popular, pues existe cierto riesgo de que lleguen diputados y miembros de corporaciones municipales (alcalde, concejales y síndicos) sin perfil o experiencia que propicien gobiernos de baja calidad.

El problema central de nuestros procesos electorales es principalmente el de la credibilidad y legitimidad, ausente en gran medida desde 1985.

Norberto Bobbio indicaba que: “En el juego político democrático –donde se entiende justamente por sistema democrático un sistema cuya legitimidad depende del consenso que se verifica periódicamente por medio de elecciones libres por sufragio universal– los actores principales son los partidos y la manera principal de hacer política para la inmensa mayoría de los miembros de la comunidad son las elecciones”.

Tampoco se puede subestimar el impacto de la violencia en estas elecciones. La violencia en contra de precandidatos y candidatos en este proceso electoral ha sido trágico e histórico. Partidos como el Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP) ha sufrido de lleno todo el embate de la violencia hacia sus dirigentes y militantes.

Además, debemos estar conscientes del impacto que tienen las redes sociales en las elecciones. Más allá de usar Twitter, WhatsApp, YouTube y Facebook para promover o atacar un candidato, esta red también puede incitar la protesta violenta.

Las noticias falsas y la desinformación suponen una de las mayores amenazas para América Latina.

Otro elemento, a partir de revelaciones recientes, como las relativas al caso de «Facebook/Cambridge Analytica», hacen pensar que se han utilizado indebidamente los datos personales, han puesto de manifiesto los riesgos de determinadas actividades online en los procesos electorales.

Debemos de estar atentos y monitorear el proceso electoral 2019, pues quien gane la elección Presidencial en la primera quincena de junio, es muy probable que llegue con porcentajes muy bajos de legitimidad, concepto que traerá ingobernabilidad.

Artículo anteriorEl tesoro colonial de San Cristóbal Acasaguastlán
Artículo siguienteInformación amarillista y el impacto en la salud