Mynor Alejandro Alonzo
¡Bum! Sonó el onceavo balazo que atravesó el cuerpo, ya sin vida, de un abogado conocido dentro de los bajos mundos de la Huelga de Dolores por sus constantes actos de intimidación y aprovechamiento de estudiantes que criticaban el accionar de los grupos paralelos que mantuvieron cooptado durante 17 años la AEU.
El disparo salió de la boquilla de una pistola que portaba un guardia de seguridad universitaria que supuestamente está presente para resguardar la paz y la seguridad en el Campus Central. Temor reflejaron los rostros de sus compañeros policías que nunca habían presenciado un asesinato a sangre fría de tan cerca.
Paralizadas quedaron las mentes y los cuerpos de estudiantes organizados al enterarse de los niveles de violencia a los que pueden llegar los conflictos dentro de la máxima casa de estudios superiores en Guatemala.
Días después una estudiante recorría los caminos a veces solitarios que conectan los edificios de las diferentes facultades en la Ciudad Universitaria. Una pistola sostenida por una mano fría que respondía a una mente enferma le hizo detenerse y caminar a un lugar más solitario. Fue obligada satisfacer los bajos instintos del enfermo con su boca y con su dignidad, el caso solo pareció ser uno más de la ya larga lista de agresiones sexuales en la Usac.
Con rabia e indignación se pronunció una manifestación de jóvenes mujeres estudiantes ante la inseguridad y la acumulación de denuncias de agresiones perpetradas incluso por docentes y autoridades universitarias de alto rango.
Mientras esto sucedía, miembros del Consejo Superior Universitario recibían, aplaudían y se comprometían a apoyar con dinero a los mismos comités de huelga que secuestran los parqueos, extorsionan vendedores y mantienen cooptada la tradición huelguera sancarlista.
Ante esto, la rectoría impulsa un plan de seguridad superficial, paliativo y populista que coincide con la agenda de control y privatización de la que se rumora alrededor del Rector. Quizá esto permita entender su insistencia por mantener relaciones de trabajo con grandes empresarios y diputados corruptos.
La inseguridad y violencia que atraviesa la Usac va mucho más allá de eventos aislados hechos por personas ajenas a la comunicad universitaria como la Rectoría pretende hacer creer, más bien es producto de décadas de enquistamiento de grupos de poder con prácticas violentas y corruptas a todo nivel de la universidad; razón por la que cámaras, garitas, molinetes y seguridad privada no será una solución sostenible en el tiempo.
En cambio, si será un mecanismo que fortalecerá la posibilidad de vigilar y controlar la cotidianidad de universitarios, reforzando la cultura de miedo y silencio que nos hace encerrarnos en residenciales y centros comerciales.
Deben ser las dirigencias y organizaciones de estudiantes, docentes y trabajadores quienes presenten alternativas a la comunidad universitaria ante la desinformación y el miedo; ya que con estos como consejeros serán capaces de aceptar incluso disposiciones mediocres que dan una falsa sensación de seguridad. Cuando en realidad, las verdaderas mafias que se benefician de todo esto serán quienes controlen las cámaras y los sistemas de vigilancia.