Luis Fernandez Molina

luisfer@ufm.edu

Estudios Arquitectura, Universidad de San Carlos. 1971 a 1973. Egresado Universidad Francisco Marroquín, como Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales (1979). Estudios de Maestría de Derecho Constitucional, Universidad Francisco Marroquín. Bufete Profesional Particular 1980 a la fecha. Magistrado Corte Suprema de Justicia 2004 a 2009, presidente de la Cámara de Amparos. Autor de Manual del Pequeño Contribuyente (1994), y Guía Legal del Empresario (2012) y, entre otros. Columnista del Diario La Hora, de 2001 a la fecha.

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Luis Fernández Molina

La misma canción se escucha regularmente, pero cada cuatro años se torna en bullicio estridente. Qué bueno que serán solamente tres meses y con limitaciones. Es que virtualmente todos los candidatos ofrecen, desde 300 mil hasta 900 mil empleos. ¡Pajas! Usted escoja a quién creer y confiarle su voto. El caso es que los mecanismos que proponen son exactamente los mismos y, ustedes saben lo que dijo Einstein. ¿Para qué repetirlo?

Los políticos saben que estas ofertas vacías caen como semillas en una tierra muy fértil –para su discurso– pero muy putrefacta para quienes sufren el desempleo o subempleo. Deprimente debe ser para el padre de familia atisbar los periódicos o los medios, importunar a amigos y familiares, todo en busca de “un chance”. Atormentado quien procura un ingreso decente para paliar la zozobra como encargado de aportar al sustento hogareño. Ansiosa la búsqueda de una ocupación para amortiguar la frustración de quien mira que la vida se le escurre sin poder desarrollar sus aptitudes y dedicar su tiempo útil en algo que no sea ver la pared de su casa. Patético el caso de la joven, buena estudiante, que quiere trabajar en lo que tanto se preparó. Deplorable escenario de la persona que a sus recién cumplidos 50 años se siente como cachivache a quien nadie ofrece plaza.

Con ofertas demagógicas de “combatir la corrupción” no se van a crear empleos. Lo que se necesita es una dinámica diferente, holística y realista, que sobreponga los obstáculos y resistencias, que seguramente las habrá. Hay ejes temáticos que se deben abrir pero nadie lo hace porque pareciera que los cubre la maldición de Pandora. Prevalece la actitud pasiva de soslayar los problemas y gobernar con lo que se puede “después de todo 4 años pasan rápido y que arreen los que vienen detrás”. Se necesita un duro proceso de gestación y los dolores del parto. Pero nadie los quiere asumir, nadie le “entra al hueso.”

Entre esos ejes está la seguridad jurídica en general, no solamente la garantía física y patrimonial sino también la certeza de los pronunciamientos de tribunales (al punto que sean casi “previsibles” dichos fallos). La simplicidad y motivación tributaria es otro elemento toral de una verdadera recuperación. No menos importante es la normativa laboral.

Las leyes laborales (códigos de trabajo), no se elaboraron para generar trabajo. Repito: no se elaborar para generar trabajo. Se gestaron para disminuir los abusos. Era como un freno de lo que entonces se señalaba como explotación de los empleadores. En su momento pudieran ser valederas las razones para “proteger” de los excesos que se daban en la prestación de servicios subordinados, como jornadas interminables y extenuantes, mínimos descansos, condiciones insalubres y peligrosas, sanciones infamantes, de ahí surgieron instituciones como la jornada laboral, las vacaciones, los séptimos días, la indemnización, maternidad, entre otras. Más adelante tomaron forma los programas de previsión social. En ese entonces los trabajadores estaban indefensos, aislados solos. Por eso la normativa laboral era irreductible, inflexible. (Continuará).

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