Eduardo Blandón

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Fecha de nacimiento: 21 de mayo 1968. Profesor de Filosofía, amante de la literatura, fanático de la tecnología y enamorado del periodismo. Sueño con un país en el que la convivencia sea posible y el desarrollo una realidad que favorezca la felicidad de todos. Tengo la convicción de que este país es hermoso y que los que vivimos en él, con todo, somos afortunados.

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Eduardo Blandón

Me encuentro con una amiga y la veo triste. No me oculta sus sentimientos.  Me dice que la muerte de su mascota pocos días antes la tiene en un estado depresivo del que no puede salir. Por si no fuera poco, agrega: “En casa estamos igual, mis dos hijos, están inconsolables”.   Y pienso en el significado de los animales, junto al cambio de nuestros tiempos respecto al pasado reciente.

Me explico. La sensibilidad humana hacia los animales no la hemos inventado en el siglo XXI. Cuando pienso en ello, no puedo sino remontarme hasta “il poverello d’Assisi” y su Cantico delle Creature. Ese hermoso texto en el que el seráfico santo alaba las maravillas de la creación y expresa una espiritualidad en la que se accede a Dios mediante sus obras.

Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas, especialmente en el Señor hermano sol, por quien nos das el día y nos iluminas.

Y es bello y radiante con gran esplendor, de ti, Altísimo, lleva significación.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas, en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.

¿Significa esto que antes del santo la humanidad estimaba poco la naturaleza y sus criaturas? No lo creo. El fundador del islam, por ejemplo, tenía predilección particular por los camellos y caballos. Su gata, “Muezza”, era su consentida. Al punto que prefería cortar su túnica antes que despertarla cuando dormía en su regazo. Muchos árabes y musulmanes han seguido hasta hoy la enseñanza de Mahoma dando la bienvenida a los gatos en sus hogares y mezquitas.

Podríamos sumar a Buda en nuestra historia, pero no es el caso. No quiero que piense que la humanidad ha destacado en ternura animal. Es todo lo contrario. Los seres humanos hemos sido voraces, perniciosos y dañinos con la naturaleza. Al menos hasta ahora. En la actualidad hay una especie de cambio de paradigma expresado en el nacimiento de una nueva conciencia. Ya no se trata solo de la experiencia de unos pocos iluminados, Buda, Mahoma o San Francisco, sino de la comprensión más extendida de la importancia de ese otro fundamental en nuestras vidas.

Es desde ese horizonte que la muerte de una mascota constituye un acontecimiento de dimensiones cósmicas. Su separación nos afecta porque era de los nuestros, miembro del hogar, un ser vivo cuya presencia llenaba nuestro espacio.  Siendo así, parte de nuestra historia, no es difícil entender el sufrimiento de quienes pierden a un amigo tan peculiar. Quizá por ello, Mahoma decía que los gatos (y yo pienso que todos los animales) también entrarán en el Paraíso. ¡Qué duda cabe!

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