Claudia Escobar

claudiaescobarm@alumni.harvard.edu

Es juez guatemalteca, reconocida internacionalmente por su labor en contra de la corrupción. Recibió el reconocimiento “Democracy Award”. Escobar ha sido fellowen la Universidad de Harvard y Georgetown University.  Doctora en Derecho por la Universidad Autónoma de Barcelona; Abogada por la Universidad Francisco Marroquín. También tiene estudios en ciencias políticas de Louisiana State University

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Claudia Escobar

Cada año en marzo, en el Día Internacional de la Mujer, se busca crear conciencia sobre la importancia de respetar los derechos de las mujeres, para que puedan vivir sin discriminación alguna. Uno de los objetivos del Milenio, aprobado por la Asamblea General de Naciones Unidas, es «Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas».

Aunque muchas organizaciones internacionales y gobiernos reconocen la igualdad de género, aún hace falta mucho para que las mujeres gocen plenamente de sus derechos. La desigualdad para las mujeres en el acceso a la educación, a la salud, a empleos y salarios, es un problema que tiene efectos negativos para toda la sociedad en general pues impide el desarrollo.

El Banco Mundial realizó una investigación de 189 países, que representan el 98 por ciento de la producción económica mundial, sobre distintas normas discriminatorias incorporadas en instrumentos legales como las constituciones, códigos civiles, códigos tributarios, leyes laborales, regulaciones sobre derechos familiares, etc.

Basados en dicho estudio el economista, senior fellow de Georgetown Univeristy, Augusto López Claros y la escritora iraní Bahiyyih Nakhjavani publicaron el libro titulado “Equality for women = Prosperity for All”. Los autores afirman que la desigualdad de género provoca sociedades desiguales, restringe la propiedad, limita la posibilidad de ingresos y condiciona opciones laborales. Además, la discriminación desalienta a las mujeres a unirse a la fuerza laboral y a participar en la sociedad civil.

Durante mucho tiempo, los estudiosos de las ciencias políticas han sostenido que la desigualdad de ingresos genera inestabilidad política. López-Claros sostiene que ahora existe evidencia de que las democracias, en donde existen grandes brechas en el ingreso para las mujeres, tienen una probabilidad de ruptura mucho mayor que aquellas con una distribución del ingreso más igualitaria. Por tanto, la desigualdad de género alimenta directamente la inestabilidad política.

Con ejemplos puntuales sobre las formas de discriminación y subyugación de mujeres, en distintas regiones del mundo, incluidos el crecimiento de la población y el infanticidio femenino; la violencia contra las mujeres, etc. López-Claros y Nakhjavan nos presentan los verdaderos costos -sociales como económicos- de las injusticias cometidas contra las mujeres.

El ensayo es una lectura necesaria para todos los que buscan sociedades más justas, pero sobre todo para los que desean profundizar sobre los costos económicos de la inequidad de género, ya ofrece pruebas irrefutables sobre la necesidad de invertir más recursos en fomentar la igualdad de género, apoyar oportunidades en diversos ámbitos para las mujeres y promover reformas legales para ser más inclusivos.

Quienes hemos tenido el privilegio de crecer en un entorno de respeto y de oportunidades de desarrollo integral; en un ambiente en que la educación, la salud y la posibilidad de trabajo no nos han sido negadas, tenemos también la responsabilidad de promover los derechos de las niñas y mujeres de nuestra sociedad, para que tengan las mismas oportunidades de desarrollo y podamos construir un país más próspero.

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