Juan José Narciso Chúa
Para nosotros los guatemaltecos la era democrática si bien es cierto nos facilitó muchos espacios, también es menester mencionar que nos deja en deuda en muchos aspectos. Ciertamente, la apertura y facilitación de las libertades fundamentales es un notorio avance democrático, entre ellas la libertad de expresión, la libertad de organización, la libertad de manifestación, la libertad de movilización, entre las principales. Igualmente, el proceso permanente por la lucha de los derechos humanos ha representado también un gran avance en nuestra sociedad. Sin embargo, con ello, no se ha asegurado todo lo que podría ser el fruto de 34 años de convivencia democrática, 8 elecciones y 9 presidentes, con sus respectivas legislaturas, cortes de justicia y gobiernos locales.
Hoy que nos encontramos ante una novena elección general, pareciera que el influjo de 34 años, con muchos pasivos y pocos y magros activos, la tendencia es que este nuevo proceso constituya, potencialmente, ¿el fin de una era? Las casi tres décadas y media por las cuales hemos transitado, han dejado experiencias que pareciera que hoy pueden capitalizarse, sin dejar de mencionar el punto de quiebre que significó el 2015, con las movilizaciones ciudadanas, la presión pacífica que se ejerció y que perfiló una nueva forma de relacionarnos desde el espacio político, económico, cultural y social.
Las elecciones generales de 2019 suman y conjugan todo lo que ha pasado en estas casi tres décadas y media, con todos sus hechos, sus avances y retrocesos, pero estimo que hoy, el papel de la ciudadanía se modificó significativamente, posiblemente el mismo no fue intencional, fue un poco de aprender por lo vivido, de contrastar lo que ha pasado contra lo obtenido, fue también la racionalidad de una generación que pone en el balance su edad contra la primicia de otra era para sus hijos y nietos, en una visión optimista de una sociedad distinta, pero reconoce claramente que dejar el futuro en manos de irresponsables élites económicas -sin visión de futuro y viviendo de privilegios-, así de como de inescrupulosos políticos -que han vivido y se han enriquecido de un juego perverso interelitario (políticos y empresarios)-, en donde la corrupción era la patente de corso y la impunidad constituía el sello para asegurar la continuidad sin cambios.
Hoy resulta interesante percibir en la ciudadanía, con más interés que nunca, un genuino interés por una sociedad distinta, por unas relaciones de poder que apunten al equilibrio, por ciudadanos que disfruten del bienestar, por bienes públicos que no solo mejoren el acceso y las condiciones de salud y educación sino, además, incluyan protección social universal, mecanismos serios y accesibles para la vivienda y un entorno de seguridad ciudadana que rompa con la violencia como forma “habitual y normal” de vida. Y ni hablar de la innovación tecnológica en todos los ámbitos.
Todos los ciudadanos hoy sabemos que es necesario superar ese letargo absurdo en donde nos dejaron cúpulas políticas y económicas sin sentido de futuro, posicionados en una obcecación por seguir disfrutando del saqueo permanente de los recursos del Estado, dejando a éste más pobre que nunca, pero para su conveniencia un Estado infiltrado, poroso, vulnerable y cooptado, con lo cual los organismos del Estado perdieron credibilidad ciudadana y con ello su deterioro de legitimidad e igualmente las instituciones públicas quedaron erosionadas, fracturadas y deterioradas, para convertirse en auténticos eslabones que propiciaban y facilitaban la corrupción y la impunidad.
La era de los partidos políticos corruptos e inescrupulosos, nos ha dejado una cauda de políticos arrogantes, pero ignorantes de su quehacer real, nos ha legado una cúpula empresarial que vive de privilegios y nos heredó una estructura de mercados marcada por la concentración y sin competencia, nos ha dejado, realmente, el desencanto generalizado de todo ese pasado, que potencialmente podríamos cambiar en estas elecciones generales. Será esta oportunidad ¿el fin de una era?, creo que sí, nuestro voto hoy sí cuenta, unámonos para cambiar para siempre nuestro futuro. Debemos ver hacia nuevos políticos y empresarios innovadores, los hay, seguro que sí.